Chicos:
Cada vez que aseguro que ustedes se enamoran tal como los
"grandes", me sucede más o menos lo siguiente:
Algunos "grandes" se ríen y me miran como si me
estuvieran brotando margaritas por las orejas...
Otros se sonríen y me dicen: —¡Qué disparate! ¡Los niños sólo
piensan en jugar!
Otros bostezan, ponen la mitad de sus ojos en blanco y cambian de
tema. (Parece que éstos no conocieron el amor y por eso no les interesa...)
Y otros (¡por suerte, muy poquitos!) fruncen el ceño y casi se
enojan conmigo: —¡Tienen que tomar mucha sopa todavía! ¡El amor no es cosa de
niños! ¡A dónde iremos a parar los de antes! Cuando nosotros teníamos su
edad...
En fin, que prefiero a los primeros de esta serie. A ésos hoy les
regalo una margarita de las que crecen en mis orejas y también los invito a
leer este libro, porque estoy segura de que —tal como ustedes y yo— ellos saben
que es cierto lo que afirmo, aunque como vivieron su infancia hace mucho tiempo
acaso se les haya perdido en el baúl de los ayeres y les cueste recordar cómo
sentían entonces.
¿Les refresco la memoria?
A la una... y cierro los ojos.
A las dos... y veo una plaza.
A las tres... y aparece una nena rubia que me dice...
Yo estoy enamorada... Y casi todos mis amiguitos también. Claro
que a veces sólo lo sabemos nosotros... ¡Ni siquiera nuestro novio o novia se
entera! Es que no nos animamos a decírselo. O no se nos ocurre cómo... Por eso,
el deseo de mirarnos se transforma a menudo en un furtivo reojo; una caricia
vergonzosa en un intercambio de figuritas; un beso no dado en un tirón de
pelo... Pero nos enamoramos. Queremos de veras. Intensamente. Y somos felices
cuando nos quieren del mismo modo: ¡Estamos de novios! Y sufrimos como
condenados cuando no nos vemos, cuando nos peleamos, cuando el amor se vuela de
repente tras otras mariposas o "panaderos"... Porque de pronto
nuestros sentimientos pueden cambiar con los días. Y cambian entonces los
novios. Pero... ¡cuántas horas para querer tiene una semana! ¡Cuánto tiempo
todo un verano!
"Adiós,
corazón de arroz,
el año que viene
me caso con vos..."
Abro los ojos: la nena rubia ya se fue. Pero llegaron ustedes,
chicos, que ahora tienen más o menos su edad y que —como ella— están
enamorados.
Y para ustedes soñé, imaginé, quise y escribí este libro, donde
van a encontrar poemas que cantan o lloran las distintas sensaciones que
produce el amor-niño, agrupados para que fácilmente puedan elegir uno, según
tengan ganas de declararse, enojarse, amigarse... (Vean el índice). Porque aunque
muchísimos poetas escribieron y escriben bellas composiciones amorosas que casi
todos los amantes del mundo copian para regalar a su amor, faltaban los creados
especialmente para los chicos, inspirados en sus emociones, en sus actitudes,
en sus juegos y palabritas. Aquí están.
Por eso, si algún día un lectorcito enamorado copia cualquiera de
estos poemas en las últimas páginas del cuaderno borrador (ésas que tantas
veces se arrancan para hacer un avioncito o una grulla) me hará feliz saber que
luego voló hacia otro banco de la escuela...
Me hará feliz saberlo porque recién entonces voy a comprobar si
este libro que escribí "para" ustedes, es "de" ustedes,
como se intentó.
Y ahora me despido.
¿Eh? ¿Que si yo me enamoré cuando era chica?
Ah, como presentía que —con todo derecho— podían hacerme esa
pregunta, incluí al final de este volumen el cuento de mi primer amor.
Pero... ¿quién de ustedes me cuenta el suyo?
Si alguien se decide, puede escribirme una carta. Prometo
guardarles el secreto. (Hasta puedo jurárselos, porque en mi casa... ¡hay pan
duro!). Un abrazo y hasta pronto.
Elsa
Bornemann, El Libro de los Chicos Enamorados
Felicitaciones! Feliz año! 🌷💦🦋🧜🏽♀️💙🧜🏽♀️🦋💦🌷
ResponderEliminarLindo blogpost te deseo la más feliz de las vidas un abrazo, gracias por compartir! Hasta siempre! Mis canciones están en todas las plataformas musicales !🌷💦🦋🧜🏽♀️💙🧜🏽♀️🦋💦🌷