COMO VÉREIS DENTRO DE POCO, Héroes de papel es un cuento
fantástico, pero cuenta también cosas –no demasiadas– que pueden ocurrirle a
cualquiera. Lo ha escrito mi padre (Luis Alberto de Cuenca), que es un
señor bastante trastornado por los tebeos. Se compra casi todos los que salen y
dice que es a mí a quien le gusta leerlos. Cuando ve que un tebeo está un poco
arrugado o tiene la más mínima mancha, va corriendo a cambiarlo. Yo ya sabía
que, si escribía un cuento para niños, tendría que ver con los tebeos.
Mi padre empezó a escribir Héroes de papel hace casi dos años. Le
ha costado muchísimo terminarlo. Leía cada frase una barbaridad de veces y se
pasaba la vida cambiando cosas. El nombre del protagonista, por ejemplo, lo
cambió como cinco veces: primero se llamó Álvaro, como yo, pero a mí me pareció
un poco raro para un cuento y él lo fue cambiando hasta que, al final, se quedó
con Luis, o sea, con su propio nombre.
Luis, sin embargo, es mucho más parecido a mí que a mi padre. Pero
yo no soy Luis: no tengo una amiga como Ana y mis amigos no se llaman igual que
los suyos. Lo mejor de Luis es eso de poder hablar con los personajes de los
tebeos. Que estés haciendo un examen de algo (no de Matemáticas: a mí me
gustan, no como a Luis), que no te salga nada y que aparezca Sapientín,
el primo de Zipi y Zape, y te sople absolutamente todo el examen. La verdad
es que eso estaría muy bien. Pero que todo el rato esté saliendo gente de los
tebeos y paseándose por tu cuarto no sé si me parece guay.
Álvaro de
Cuenca, 1988
Al contrario que a Luis, el protagonista de estos Héroes
de Papel, repito que a mí no me atraían demasiado las viñetas, lo
confieso.(...)
Durante esos años surgió la idea de Héroes de Papel: los
personajes de cómic aparecían minúsculos, así, sin más, en la vida de unos
adolescentes Luis y Ana, que vivían pequeñas aventuras cotidianas con su ayuda.
A mí aquello no me convencía. Me parecía incluso absurdo. Primero, ¿por qué tan
pequeños? Y después, ¿qué tipo de confianza tenían conmigo para salir de las
viñetas y hablarme de tú a tú? Me atrajo desde siempre más la idea de entrar,
como finalmente hace Luis, en su mundo y colarme en las viñetas con el
objetivo, por ejemplo, de tirarle de los calzones a Supermán, o de quitarle
la máscara a Spiderman frente a Jonah Jameson, para que descubriese
por fin el secreto, o, por qué no, de coger de la mano a la Karen
Page de Daredevil y jurarle amor eterno.
Con el tiempo (ya más de veinte años desde aquello), esas mañanas
de sábado sean quizá de las cosas que más echo en falta. Sin saberlo, esos
héroes, junto a sus fieles acompañantes o, si se prefiere, superhéroes,
villanos, detectives, animales, bichos, magos, aventureros, policías, cowboys y
extraterrestres, seguro que compartían con nosotros aquellos momentos, sentados
en la barra del bar o paseando por la galería comercial, muertos de envidia por
no poder participar en tan suculenta celebración matutina, pero seguros de
estar siempre ahí, a nuestro lado, ofreciéndonos silenciosos la eterna
complicidad que nos había de unir con ellos.
Hoy leo más cómics que en toda mi vida junto a mi hija Veva o
solo, harto de estar siempre de allá para aquí, presa de las mil y una
excentricidades que han ido apareciendo en mí con la edad. Tras el reencuentro
con los Héroes de Papel y, al echar un vistazo a aquellos felices
ochenta, entre mis héroes favoritos aparecen siempre Luis y Ana escondidos en
la viñeta, mirándome desde el fondo de mis ojos.
Álvaro de
Cuenca, 2011
Luis es un niño como los
demás. Nadie pensaría jamás, viéndolo correr con la lengua fuera tras el balón
o devorar una ensaimada rebosante de nata, que es el único niño en el mundo
capaz de hablar y relacionarse con los héroes de los tebeos. El único muchacho
sobre la tierra que tiene como amigos a Mandrake, el Hombre Enmascarado,
Tintín, el ratón Mickey o el Capitán América. Luis Alberto de Cuenca escribió
este cuento hace más de veinte años para su hijo Álvaro, que ahora vuelve a
prologarlo. Miguel Ángel Martín se ha encargado de ilustrarlo a todo color para
esta nueva edición, que pretende rendir un homenaje de sus autores a la
imaginación y a los grandes personajes del cómic. Luis Alberto de Cuenca da rienda suelta en “Héroes de papel”, a un
mundo de fantasía, en un claro homenaje a los héroes de su infancia. Un relato
en el que pone parte de su largo bagaje y conocimiento en los tebeos, su amor
por la aventura, y sus recuerdos, en el niño protagonista. De igual manera,
Luis Alberto transmite su devoción y admiración por los grandes del Noveno
Arte, con un cuento realmente delicioso.
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