Andalucía,
1587. En un pueblo arrasado por la peste, Miguel de Cervantes, comisario de
abastos del rey Felipe II encuentra a un niño, Sancho, que aún se aferra a la
vida. Arriesgando su carrera, lo rescata de las garras de la muerte y lo lleva
a un hospicio de Sevilla, sin poder imaginar lo que acabará suponiendo ese
acto.
Años más
tarde, el joven Sancho trabajará como criado en una fonda, donde se aloja un
tal William
Shakespeare. Tras abandonar a su amo, se unirá a Bartolo, un enano que
le enseñará las artes del robo y el engaño.
A partir de
aquí, comienzan las peripecias de Sancho: palizas de muerte, galeras,
venganzas, amenazas… lo que le va a
permitir a Juan Gómez Jurado adentrarse en diferentes géneros: la novela
histórica, la de aventuras, la picaresca, la amorosa, la de intriga…
A Sancho, el
protagonista, lo vemos crecer, y está muy bien trazado. En sus peripecias le
van a acompañar: Clara, la esclava, que el destino le hace aprendiz de un
médico, y lucha por su libertad; Bartolo,
el maestro de Sancho en la picaresca y el engaño; Josué, el negro compañero de
galeras de Sancho, que se convertirá en su sombra; Dreyer, el herrero alemán que
le enseña a Sancho el manejo de la espada; Monipodio, jefe del hampa sevillana,
que se mueve por dinero; Francisco de Vargas, comerciante sin escrúpulos, dueño
de Clara, que piensa enriquecerse cada día más a costa de lo que sea; el
capitán Groot, lugarteniente de Vargas.
El libro nos
atrapa enseguida con un lenguaje sencillo, con un ritmo que va a más hasta
llegar a ese enfrentamiento final, donde esperamos que venzan los buenos, que
lo tienen difícil, y se haga justicia.
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