…Unas décadas atrás se produjo
una gran acción bioterrorista, coordinada a escala mundial, consistente en
infiltrar en los pozos petrolíferos una bacteria modificada para devorar el
crudo. El ritmo de proliferación de la bacteria era tan descabellado que en pocas
semanas los pozos se redujeron a la mitad. Cuando los encargados de las
plataformas quisieron tomar medidas ya era demasiado tarde. En algunos lugares
se trató de desinfectar el petróleo con antibióticos, lo que solo consiguió
adulterarlo y aumentar la resistencia de la bacteria.
La enorme debacle económica
afectó especialmente a Europa, que aún dependía de los combustibles fósiles a
diferencia de Asia, donde hacía mucho que la superpoblación había obligado a
pasarse a las formas de energía sostenibles. China se convirtió rápidamente en
el líder mundial, y lo seguía siendo en el presente. Estados Unidos, el país
preferido de Elliot, se había sumido en la pobreza absoluta, y ya no se parecía
nada a lo que salía en las películas de los ochenta. La mitad norte pasó a
formar parte del próspero y ecologista Canadá, y la parte sureña se unió a un
México renaciente e ilusionado, mucho más preparado para la austeridad
energética.
Mientras tanto, en Europa, la
brutal crisis de recursos obligó a las autoridades a tomar medidas
desesperadas. Dividieron las ciudades en sectores y limitaron la población de
cada uno de ellos. Recomendaron a la población que se estableciera en zonas
rurales y adoptara economías de subsistencia, y para reforzar este mensaje concedieron
la independencia política a los pequeños estados que la reclamaban
históricamente. El proceso de fragmentación fue imparable a partir de entonces.
La gente empezó a crear comunidades que tuvieran algo especial, un factor
atractivo y diferenciador para poder atraer habitantes, y los gobiernos no tuvieron
más remedio que volverse flexibles con las leyes, otorgando mucha autonomía a
cada microestado. El continente quedó en manos de dos gobiernos coordinados, el
Sistema Simpático, capitalista y tecnológico, y el Parasimpático, ecologista y prosocial.
Todas las leyes tenían que ser aprobadas por ambos para entrar en
funcionamiento.
PREMIO KELVIN 505 2021
Sofía Rhei, Newropia
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