1
Amarás a tu
mujer, a tus hijos y tus aficiones frikis por encima de todas las otras cosas
que pueda ofrecerte la vida (aunque no necesariamente por ese orden).
2
Llevarás con
orgullo tu condición de friki, se la legarás a tu descendencia y renegarás de
los que, por moda o para quedar bien, se hacen llamar frikis en vano.
3
Santificarás
tus momentos de ocio y los de tus seres queridos con tus aficiones (frikis, por
supuesto).
4
Honrarás a tu
compañera y madre de tus hijos, la escucharás y obedecerás siempre de manera
literal, pero buscando siempre el modo de salirte con la tuya con algún que
otro tecnicismo sacado de tu amplio bagaje y cultura friki.
5
Al menos una
vez al año harás un viaje de peregrinación, ya sea al Salón del Manga, a la
Semana Negra de Gijón, las TDN de Mollina o la Meca friki: la Comic-Con de San Diego.
6
Atesorarás
avariciosamente todos los bienes frikis que puedas, aunque sólo sea para echarles
un vistazo de tanto en tanto o simplemente para sentir la satisfacción de saber
que los tienes tú, y sólo tú.
7
No destruirás
ni tirarás a la basura tus colecciones frikis (como te dirá tu mujer que hagas),
sino que las preservarás de ella para que se conviertan en el legado de tus hijos.
8
Envidiarás los
bienes ajenos (y frikis) de tus hermanos de afición de manera absolutamente
codiciosa y enfermiza cuando te los enseñen con orgullo o presuman de ellos,
los muy hienas.
9
No robarás
esos bienes frikis de otros ni ejercerás violencia para conseguirlos. Antes te valdrás
de todo tipo de artimañas para lograr que acaben en tu poder, como apuestas más
o menos amañadas o préstamos de los que no se devuelven nunca.
10
Preservarás
tus tesoros no solamente de tu mujer, sino de las zarpas pringosas de tus hijos,
que querrán colorear tus láminas originales y entintadas de tu autor favorito o
jugar a lo bestia con la colección de gashapones que trajiste de Tokio.
Jorge Vesterra, ¡Yo Soy tu Padre!
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