Aunque el resplandor
Que en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre
oculto a mis miradas.
Aunque mis ojos
ya no puedan ver ese
puro destello
Que en mi juventud me
deslumbraba
Aunque nada pueda
hacer volver
la hora del esplendor
en la hierba,
de la gloria en las
flores,
no debemos afligirnos
porque la belleza
subsiste siempre en
el recuerdo.
En aquella primera
simpatía
que habiendo sido una
vez,
habrá de ser por
siempre
en los consoladores
pensamientos
que brotaron del
humano sufrimiento,
y en la fe que mira
a través de la
muerte.
Gracias al corazón
humano,
por el cual vivimos,
gracias a sus
ternuras,
a sus alegrías y a
sus temores,
la flor más humilde
al florecer,
puede inspirarme
ideas
que, a menudo,
se muestran
demasiado profundas
para las lágrimas.
William Wordsworth
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