domingo, 29 de abril de 2018

NÉMESIS



A miss Marple, residente en el pueblo de St. Mary Mead.

La presente le será entregada gracias a los buenos oficios de mi abogado, James Broadribb, después de mi fallecimiento. Es el hombre que empleo para aquellos asuntos legales que entran en el campo de mis asuntos privados, y sin ninguna relación con mis actividades empresariales. Es un abogado sensato y digno de toda confianza. Como la mayoría de la raza humana, es susceptible al pecado de la curiosidad. No se la he satisfecho. En algunos aspectos, éste es un asunto que quedará entre usted y yo. Nuestra palabra clave, mi querida señora, es Némesis. No creo que usted haya olvidado el lugar y las circunstancias en las que me dijo aquella palabra. En el curso de mis actividades empresariales, que se han prolongado durante muchos años, he aprendido una cosa sobre la persona que quiero emplear. Tiene que tener instinto, un instinto para la tarea que quiero encomendarle. No se trata de profundos conocimientos ni tampoco experiencia. La única palabra que lo describe es instinto. Un instinto natural para hacer una cosa determinada.

Usted, querida, si me permite llamarla así, tiene un instinto natural para la justicia y eso la ha llevado a tener un instinto natural para el crimen. Quiero que usted investigue un crimen. He ordenado que le se destine una suma, de manera tal que, si usted acepta la propuesta y como resultado de la investigación se aclara el crimen, el dinero será suyo. El plazo para que cumpla su misión es de un año. No es usted joven, pero es, si me permite decirlo, resistente. Creo que puedo confiar en que usted viva un año más por lo menos.

Creo que la propuesta no le resultará desagradable. Tiene usted un genio natural para la investigación. Los fondos necesarios para realizar esta investigación le serán suministrados durante el período fijado cada vez que los pida. Le hago esta propuesta como una alternativa a lo que esté haciendo en estos momentos.

Me la imagino sentada en una silla, una silla cómoda y adecuada para la clase de reumatismo que pueda usted sufrir. Creo que todas las personas de su edad sufren de alguna clase de reumatismo. Si este mal le afecta las rodillas o la espalda, no le será fácil moverse y supongo que pasa la mayor parte de sus horas haciendo calceta. La veo, como la vi aquella noche cuando me despertó, envuelta en una nube de lana rosa.

Me la imagino tejiendo más jerseys, chales, bufandas y muchas otras cosas de las que ni siquiera sé el nombre. Si prefiere continuar haciendo calceta, es cosa suya. Si prefiere servir a la causa de la justicia, espero que por lo menos le resulte interesante.

Dejemos que la justicia corra como el agua, y la rectitud como un manantial inagotable.

Amos

Agatha Christie, Némesis

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