Ramiro, deberíamos dejarlo.
¿Dejar qué?
Lo nuestro.
¿Lo nuestro?
Ser novios, sí.
Silencio.
Mirada.
Ramiro...
No te he oído.
Sí, sí me has oído.
Pues haré como si no.
Escucha...
No hace nada. Ni un gesto. Solo
la mira.
Y sus ojos lo dicen todo.
Hablan por él.
Ojos como cárceles, ojos como
pantanos, ojos oscuros, ojos herméticos, ojos implacables, ojos más que duros,
ojos gélidos, ojos de luna muerta.
Ojos.
Ramiro, esto no puede seguir así.
¿Así, cómo?
Me estoy ahogando.
¿Te estás ahogando?
Sí.
Vaya.
Crees que me quieres, pero no es
así. Te... te has obsesionado.
Me he obsesionado contigo, repite
él despacio.
Sí. Ni siquiera me ves como soy,
solo como quieres que sea.
¿Es malo querer que seas
perfecta?
¿Perfecta para quién? ¿Para ti?
Yo quiero ser perfecto para ti.
Pues no lo eres.
Mejorará.
No, ya no, por favor...
No quiere llorare Tiene las manos
unidas, forman una bola. Nudillos blanqueados. 0 es fuerte, o...
¿Quieres dejarlo?
Sí.
¿Me quieres y vas a dejarlo?
Ramiro...
¿Qué, Marga?
Hablémoslo.
No hay nada de que hablar.
No vas a dejarme, cariño.
Por favor, no lo hagas más
difícil.
¿Quieres dejarme y tengo que
ponértelo fácil, sonreír, darte una palmada de ánimo en la espalda, desearte
suerte, ser amigos y todo eso?
Sería lo mejor.
Los ojos de Ramiro pasan del
hielo al fuego.
Su cuerpo, de la calma al
vértigo.
Su mente estalla.
El primer puñetazo es en el
estómago.
Se le corta la respiración, se
dobla sobre sí misma, dilata los ojos.
Tan inesperado
¡Coño; Marga, coño, joder!
El segundo golpe, en la cabeza,
la derriba.
Todo muy rápido.
Y la voz.
¡Coño, coño, coño, joder, joder,
joder, Marga!
Llega la patada.
Le da de lado, porque
instintivamente ya se está protegiendo. De lo contrario le habría alcanzado el
pecho.
El pecho que tanto adora él.
¡Te quiero, mierda! ¡Te
quiero...! ¡Mira lo que me estás obligando a hacer! ¡Te quiero y me vuelves
loco!
Espera más, y más, y más.
Pero lo que hace Ramiro es
echársele encima y empezar a besarla por todas partes.
Jadea.
No me hagas eso... No me
provoques... Te quiero más que a nada en el mundo, más que... Por eso me pongo
así. Yo... te quiero, te deseo... Solo te pido que lo entiendas.
Jordi Sierra i Fabra, Desnuda
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