hermoso,
libro,
mínimo bosque,
hoja
tras hoja,
huele
tu papel
a elemento,
eres
matutino y nocturno,
cereal,
oceánico,
en tus antiguas
páginas
cazadores de osos,
fogatas
cerca del
Mississippi,
canoas
en las islas,
más tarde
caminos
y caminos,
revelaciones,
pueblos
insurgentes,
Rimbaud como un
herido
pez sangriento
palpitando en el
lodo,
y la hermosura
de la fraternidad,
piedra por piedra
sube el castillo
humano,
dolores que
entretejen
la firmeza,
acciones solidarias,
libro
oculto
de bolsillo
en bolsillo,
lámpara
clandestina,
estrella roja.
Nosotros
los poetas
caminantes
exploramos
el mundo,
en cada puerta
nos recibió la vida,
participamos
en la lucha
terrestre.
Cuál fue nuestra
victoria?
Un libro,
un libro lleno
de contactos humanos,
de camisas,
un libro
sin soledad, con
hombres
y herramientas,
un libro
es la victoria.
Vive y cae
como todos los
frutos,
no sólo tiene luz,
no sólo tiene
sombra,
se apaga,
se deshoja,
se pierde
entre las calles,
se desploma en la
tierra.
Libro de poesía
de mañana,
otra vez
vuelve
a tener nieve o musgo
en tus páginas
para que las pisadas
o los ojos
vayan grabando
huellas:
de nuevo
descríbenos el mundo
los manantiales
entre la espesura,
las altas arboledas,
los planetas
polares,
y el hombre
en los caminos,
en los nuevos
caminos,
avanzando
en la selva,
en el agua,
en el cielo,
en la desnuda soledad
marina,
el hombre
descubriendo
los últimos secretos,
el hombre
regresando
con un libro,
el cazador de vuelta
con un libro,
el campesino arando
con un libro.
Pablo Neruda
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