El KGB, el
régimen nazi, la Inquisición, las guerras, el FBI, el gobierno chino, el
hambre, la pérdida de un ser querido, la enfermedad, el exilio, la censura...
Muchos son, en efecto, los infiernos de la literatura a los que se han tenido
que enfrentar escritores y escritoras de todos los tiempos.
Este el tercer
libro donde Santiago Posteguillo nos contagia su amor por los libros y en
especial por los autores cuyo genio y talento hizo que del infierno salieran
con obras que nos acompañan en muchos momentos. Antes fueron La Noche
en que Frankenstein Leyó el Quijote o La Sangre de los Libros,
donde nos contaba la historia oculta de los libros o de sus autores.
El título del
libro viene del interrogatorio a Vera Caspary, autora de novela
negra, por el Comité de Actividades Antiamericanas al acusadanrla de ser
comunista: le amenazaron con convertir su vida en un infierno, y ella les
replicó que la dejaran en el séptimo infierno (el círculo donde Dante
en La
Divina Comedia sitúa a los asesinos).
Ya
en el prólogo Posteguillo nos advierte:
Muchas son las circunstancias
terribles en las que se generan los libros. Esto no es porque a los autores les
gusten los problemas, las dificultades y las penurias. Es simplemente porque
los libros, desde siempre, ya sean poemas, obras de teatro, ensayos o novelas,
han sido perseguidos, y los que persiguen son muy buenos en crear infiernos
perfectos, totales, completos para los creadores a los que buscan acorralar. Lo
que les duele a los perseguidores, lo que no terminan de entender es cómo es
posible que incluso en esos infiernos se escriba tanto y tan bien (...)
El séptimo círculo del infierno
intenta mostrar algunos de estos mundos terribles, de estos momentos duros, y
cómo grandes escritores y autoras de todos los tiempos supieron superarlos,
doblegarlos, romperlos y, al hacerlo, regalarnos maravillosas obras de la
literatura.
Y
el autor, cual nuevo Virgilio, con su prosa amena nos acompaña en este viaje a
los infiernos, y nos va mostrando anécdotas y curiosidades sobre diversos
escritores. Y de esta manera, por sus páginas se pasean Safo, Rustichello
da Pisa (con Los Viajes de Marco Polo), Cristina de Pizán (que a finales
del siglo XIV en La ciudad de las damas escribe un manifiesto en favor de los
derechos de la mujer), sor Juana Inés de la Cruz, Kipling, Zenobia
Camprubí, Saki, Concha Espina, Pearl S. Buck, Carson McCullers, Imre Kertész, Mijaíl
Bulgákov, Julia de Burgos, entre otros muchos.
Es
de agradecer que, hasta bien entrado el capítulo, en ningún momento Posteguillo
desvele de quién está hablando, lo cual favorece la intriga y el interés del
lector.
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