A lo largo de
los años, Magreb y yo hemos probado de todo: hemos hincado los colmillos en
manzanas, en pelotas de goma. Hemos vivido por todas partes: Túnez, Laos,
Cincinnati, Salamanca. La luna de miel la pasamos saltando de un continente a
otro, a la caza de líquidas quimeras: infusión de hierbabuena en Fez, grumosos
batidos de coco en Oahu, café negro azabache en Bogotá, leche de chacal en
Dakar, helado con Coca-Cola de cereza en los campos de Alabama, millares de
bebidas a las que se les suponían mágicas propiedades saciantes. Pasamos sed en
todas las regiones del globo antes de encontrar aquí nuestro oasis, en la bota
azul de Italia, en este tenderete de limonada de una monja difunta. Sólo en
estos limones encontramos algo de consuelo.
Cuando
aterrizamos en Sorrento por primera vez, yo tenía mis dudas. La jarra de
limonada que pedimos parecía turbia y adulterada. El azúcar se apelotonaba en
el fondo. Di un trago, y un limoncito entero se instaló en mi boca; no hay
término lo bastante hermoso para describir la primera sensación que aquel limón
me produjo en el paladar, en los colmillos. Era de una acidez tonificante, con
leve regusto a sal marina. Tras un cosquilleo inicial —una especie de
efervescencia química a lo largo de mis encías—, sentí que un vacío balsámico
se propagaba desde la punta de cada uno de mis colmillos hasta mi febril
cerebro. Estos limones son el analgésico de un vampiro. Cuando has estado
sediento durante mucho tiempo, cuando has sufrido, la ausencia de ambas
sensaciones —por breve que sea— es pura gloria. Inspiré profundamente por la
nariz. El latido en mis colmillos había cesado.
Antes de que
rayara el día, la insensibilidad ya había empezado a desvanecerse. Los limones
calman nuestra sed pero no la sacian por completo, como un líquido que podemos
mantener en la boca sin llegar nunca a tragarlo. Al final, el ansia original
acaba volviendo. He intentado ser muy bueno, muy correcto y aplicado para no
confundir ese ansia original con lo que siento por Magreb.
Karen Russell, Vampiros y Limones
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