MEMBRILLO: ¿Está toda la compañía?
FONDÓN: Más vale que los llames uno a uno, conforme la lista.
MEMBRILLO: Aquí están los nombres de todos los atenienses a los que
se considera aptos para representar la comedia ante el duque y la duquesa en la
noche de su boda.
FONDÓN: Membrillo, primero di de qué trata la obra; después, nombra
a los cómicos y entonces llega al final.
MEMBRILLO: Pues la obra se llama «La dolorosísima comedia y la
crudelísima muerte de Píramo y Tisbe».
FONDÓN: Una gran obra, te lo digo yo, y divertida. Ahora, pasa
lista a los cómicos.
MEMBRILLO: Responded conforme os llame. Fondón.
FONDÓN: Dime mi papel y sigue.
MEMBRILLO: Tú, Fondón, haces de Píramo.
FONDÓN: ¿Quién es Píramo? ¿Un amante o un tirano?
MEMBRILLO: Un amante que se mata galantemente por amor.
FONDÓN: Para hacerlo bien exigirá algún llanto. Si es mi papel, que
el público se cuide de sus ojos: desencadenaré tempestades, lloraré mi dolor.
Todo eso. Aunque lo mío es el tirano. Haría un Hércules espléndido o un papel
de bramar y tronar, de estremecerlo todo:
Las rocas rugientes,
los golpes rompientes
destrozan los cierres
de toda prisión.
Y el carro de Febo,
que brilla a lo
lejos,
al destino necio
trae la destrucción.
¡Qué sublime! Nombra a los otros
cómicos. Es el tono de Hércules, el tono de un tirano. Un amante es más
doliente.
MEMBRILLO: Flauta. Tú tienes que hacer de Tisbe.
FLAUTA: ¿Quién es Tisbe? ¿Un caballero andante?
MEMBRILLO: Es la amada de Píramo.
FLAUTA: Oye, no. No me des un papel de mujer: me está saliendo la
barba.
MEMBRILLO: No importa. Puedes hacerlo con máscara y hablar con voz
fina.
FONDÓN: Si puedo taparme la cara, déjame hacer de Tisbe a mí
también. Pondré una voz finísima: «Tizne, Tizne.» « ¡Ah, Píramo, amado mío!
¡Querida Tisbe, amada mía! »
MEMBRILLO: No, no. Tú haces de Píramo; y tú, de Tisbe, Flauta.
FONDÓN: Bueno, sigue.
MEMBRILLO: Hambrón, tú tienes que hacer de madre de Tisbe. Morros, de
padre de Píramo. Yo, de padre de Tisbe. Ajuste, el papel del león. Espero que sea
un buen reparto.
AJUSTE: ¿Tienes escrito el papel del león? Si lo tienes, dámelo,
que yo aprendo despacio.
MEMBRILLO: Puedes improvisarlo: sólo hay que rugir.
FONDÓN: Déjame hacer de león a mí también. Rugiré de tal modo que levantaré
el ánimo a cualquiera. Rugiré de tal modo que el duque dirá: «¡Que vuelva a
rugir, que vuelva a rugir!»
MEMBRILLO: Si te pones tan tremendo asustarás a la duquesa y a las
damas, y harás que griten. Sólo por eso nos ahorcaran a todos.
FONDÓN: Amigos, si asustáis de muerte a las damas, seguro que no
les quedará más remedio que ahorcarnos. Pero rugiré más suave que un pichón, rugiré
como un ruiseñor.
MEMBRILLO: Tú harás de Píramo, que Píramo es bien parecido y tan
apuesto como el que más en día de primavera. Muy guapo y todo un caballero. Así
que tienes que hacer de Píramo.
FONDÓN: Bueno, pues me encargo de él. ¿Qué barba es mejor para el
papel?
MEMBRILLO: La que tú quieras.
FONDÓN: Actuaré con barba de color paja, con barba cobriza, con
barba carmesí o con barba dorada como una corona de oro francesa.
MEMBRILLO: Algunas coronas francesas ya no tienen pelo, así que
tendrás que actuar afeitado. Bueno,
amigos, aquí tenéis los papeles. Os ruego, suplico y ordeno que os los
aprendáis para mañana noche y que os reunáis conmigo en el bosque de palacio, a
una milla de Atenas, a la luz de la luna. Allí ensayaremos, que, si nos juntamos
en la ciudad, la gente nos asediará y sabrá lo que tramamos. Mientras, haré una
lista de los accesorios que requiere la comedia. Os lo ruego, no faltéis.
FONDÓN: ¿Estamos todos?
MEMBRILLO: Y a la hora. Este sitio es formidable para ensayar. El
césped será la escena; actuaremos igual que después ante el duque.
FONDÓN: En esta comedia de Píramo y Tisbe hay cosas que no
gustarán. Primera, Píramo desenvaina y se mata: las damas no pueden soportarlo.
¿Qué me dices?
MORROS: Diantre, es para temerlo.
HAMBRÓN: Al final tendremos que quitar las muertes.
FONDÓN: Nada de eso: con mi idea quedará bien. Escribid un prólogo
en el que se diga que no haremos daño con las espadas y que Píramo no muere de
verdad; y, para más seguridad, decidles que yo, Píramo, no soy Píramo, que soy
Fondón el tejedor. Esto los tranquilizará.
MEMBRILLO: Bien, escribiremos el prólogo, en versos de ocho y seis
sílabas.
FONDÓN: No, añádeles dos: en versos de ocho y ocho.
MORROS: ¿Y el león no asustará a las damas?
HAMBRÓN: Me lo temo, os lo aseguro.
FONDÓN: Señores, tenéis que pensarlo bien. Meter un león entre
damas es cosa de espanto, pues no hay animal salvaje más terrible que el león.
Habría que llevar cuidado.
MORROS: Pues, nada: otro prólogo diciendo que no es un león.
FONDÓN: Sí, y dando el nombre del actor, y que se le vea media cara
por el cuello del león, y que hable él mismo, diciendo esto o algo de su
parecencia: «Damas...», o «Bellas damas, desearía...», o «Yo os rogaría...», o «Yo
os suplicaría que no temáis, que no tembléis: mi vida por la vuestra. Si creéis
que vengo aquí como león, no merezco vivir. No, no soy tal cosa: soy un hombre como
otro cualquiera.» Y entonces que diga claramente que es Ajuste el ebanista.
MEMBRILLO: Muy bien, se hará. Quedan dos dificultades: una es meter
la luz de la luna en el salón. Ya sabéis que Píramo y Tisbe se encuentran a la
luz de la luna.
MORROS: ¿Habrá luna la noche de la función?
FONDÓN: ¡Un calendario, un calendario! Míralo en el almanaque. Mira
cuándo hay luna, cuándo hay luna.
MEMBRILLO: Sí, esa noche hay luna.
FONDÓN: Entonces se puede dejar abierta una hoja de la ventana del
salón donde actuaremos, y la luz de la luna podrá entrar por la ventana.
MEMBRILLO: O, si no, que entre alguno con un manojo de espinos y
una lámpara diciendo que viene a representar la luz de la luna. La otra cosa
que necesitamos es un muro en el salón, pues, según la historia, Píramo y Tisbe
se hablaron por la grieta de un muro.
MORROS: Un muro no se puede meter. ¿Tú qué dices, Fondón?
FONDÓN: Pues que alguien tendrá que hacer de muro. Que venga con
yeso, argamasa o revoque para indicar que es un muro. O que ponga los dedos así
y por este hueco pueden musitar Píramo y Tisbe .
MEMBRILLO: Si puede hacerse, todo irá bien. Vamos, todo hijo de
vecino a sentarse y ensayar su papel. Píramo, tú empiezas. Al acabar tu
recitado, te metes en ese matorral. Y así los demás, según os toque.
Entra PUCK [invisible].
PUCK: ¿Qué están voceando estos rústicos de estopa aquí, junto a la
cuna de nuestra Hada Reina? ¡Cómo!¿Alguna comedia? Seré espectador; y tal vez
actor, si se presenta el caso.
MEMBRILLO: Habla, Píramo. Tisbe, acércate.
FONDÓN: «Tisbe, encierran las flores sabor ojeroso.»
MEMBRILLO: ¡Oloroso!
FONDÓN: sabor oloroso. Igual es tu aliento, mi Tisbe querida. Mas,
oye. ¡Una voz! Aguarda un instante, que Píramo vuelve contigo en seguida.»
Sale.
PUCK: Píramo más raro jamás se vería.
Sale.
FLAUTA: ¿Me toca a mí ahora?
MEMBRILLO, Sí, sí, claro. Date cuenta que él ha salido a ver qué
era ese ruido, y tiene que volver.
FLAUTA: «Ah, Píramo radiante, del color de los lirios, de tez cual
rosas rojas en triunfante rosal, juvenil, rozagante, el más bello judío, caballo
fiel que nunca se podría fatigar. Píramo, nos veremos en la tumba del niño.»
MEMBRILLO: ¡Tumba «de Nino», tú! Pero eso no lo digas todavía: es
tu respuesta a Píramo. Tú recitas tu papel de un tirón, con réplicas y todo.
¡Píramo, entra! Se te ha pasado el verso, que es: «se podría fatigar».
FLAUTA: ¡Ah! - «Caballo fiel que nunca se podría fatigar.»
Entra FONDÓN con cabeza de asno.
FONDÓN: «Si fuera hermoso, hermosa Tisbe, tuyo sería.»
MEMBRILLO: ¡Portentoso! ¡Pasmoso! ¡Nos han embrujado! ¡Amigos,
huid, amigos! ¡Socorro!
Salen todos los cómicos.
FONDÓN: ¿Por qué huyen? Esto es una maña para meterme miedo.
Entran MORROS y MEMBRILLO.
MORROS: ¡Fondón, te han cambiado! ¿Qué veo sobre tus hombros?
FONDÓN: ¿Que qué ves? Pues tu cara de burro, ¿a que sí?
MEMBRILLO: ¡Dios te valga, Fondón! ¡Te han transformado!
Salen.
FONDÓN: Ahora veo la maña. Me quieren volver un burro, asustarme,
si es que pueden. Yo de aquí no me muevo, por más que lo intenten. Pasearé de
acá para allá, y cantaré para que vean que no tengo miedo.
PUCK
Si esta ilusión ha
ofendido,
pensad, para
corregirlo,
que dormíais mientras
salían
todas estas
fantasías.
Y a este pobre y vano
empeño,
que no ha dado más
que un sueño,
no le pongáis
objeción,
que así lo haremos
mejor.
Os da palabra este
duende:
si el silbido de
serpiente
conseguimos evitar,
prometemos mejorar;
si no, soy un
mentiroso.
Buenas noches digo a
todos.
Si amigos sois,
aplaudid
y os lo premiará Puck.
William Shakespeare, El Sueño de
una Noche de Verano
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