Esta semana en la plaza
principal de la localidad cordobesa de Fuente Obejuna se ha representado la
obra 'Fuenteovejuna', que protagonizan los vecinos del desde 1992 y
con la que conmemoran el 540 aniversario de los hechos que inspiraron a Lope
de Vega para escribir uno de los clásicos de la literatura del Siglo de
Oro: el levantamiento de la villa de Fuente Obejuna contra el comendador Fernán
Gómez de Guzmán en 1476. La “compañía” cuenta con más de 250 actores y
figurantes, y los vecinos también se encargan de la escenografía, vestuario y
atrezzo.
Os
dejo con las escenas finales de la obra:
MANRIQUE: Señor, el pesquisidor
que a
Fuenteovejuna ha ido
con el
despacho ha venido
a
verse ante tu valor.
REY: Sed juez de estos agresores.
ISABEL: Yo confieso que he de ver
el
cargo en vuestro poder,
si me
lo concede Dios.
JUEZ: A Fuenteovejuna fui
de la
suerte que has mandado
y con
especial cuidado
y
diligencia asistí.
Haciendo averiguación
del
cometido delito,
una
hoja no se ha escrito
que
sea en comprobación;
porque conformes a una,
con un
valeroso pecho,
en
pidiendo quién lo ha hecho,
responden: "Fuenteovejuna."
Trescientos he atormentado
con no
pequeño rigor,
y te
prometo, señor,
que
más que esto no he sacado.
Hasta
niños de diez años
al
potro arrimé, y no ha sido
posible haberlo inquirido
ni por
halagos ni engaños.
Y pues
tan mal se acomoda
el
poderlo averiguar,
o los
has de perdonar,
o
matar la villa toda.
Todos
vienen ante ti
para
más certificarte;
de
ellos podrás informate.
REY: Que entren pues viene, les di.
LAURENCIA: ¿Aquestos los reyes son?
FRONDOSO: Y en Castilla poderosos.
LAURENCIA: Por mi fe, que son hermosos;
¡bendígalos San Antón!
ISABEL: ¿Los agresores son éstos?
ESTEBAN: Fuenteovejuna, señora,
que
humildes llegan agora
para
serviros dispuestos.
La
sobrada tiranía
y el
insufrible rigor
del
muerto comendador,
que
mil insultos hacía
fue el
autor de tanto daño.
Las
haciendas nos robaba
y las
doncellas forzaba,
siendo
de piedad extraño.
FRONDOSO: Tanto, que aquesta zagala,
que el
cielo me ha concedido,
en que
tan dichoso he sido
que
nadie en dicha me iguala,
cuando
conmigo casó,
aquella noche primera,
mejor
que si suya fuera,
a su casa la llevó;
y a no
saberse guardar
ella,
que en virtud florece,
ya
manifiesto parece
lo que
pudiera pasar.
MENGO: ¿No es ya tiempo que hable yo?
Si me
dais licencia, entiendo
que os
admiraréis, sabiendo
del
modo que me trató.
Porque
quise defender
una
moza de su gente,
que
con término insolente
fuerza
la querían hacer,
aquel
perverso Nerón
de
manera me ha tratado
que el
reverso me ha dejado
como
rueda de salmón.
Tocaron mis atabales
tres
hombres con tan porfía,
que
aun pienso que todavía
me
duran los cardenales.
Gasté
en este mal prolijo,
por
que el cuero se me curta,
polvos
de arrayán y murta
más que vale mi cortijo.
ESTEBAN: Señor, tuyos ser queremos.
Rey
nuestro eres natural,
y con
título de tal
ya tus
armas puesto habemos.
Esperamos tu clemencia
y que
veas esperamos
que en
este caso te damos
por
abono la inocencia.
REY: Pues no puede averiguarse
el
suceso por escrito,
aunque
fue grave el delito,
por
fuerza ha de perdonarse.
Y la
villa es bien se quede
en mí,
pues de mí se vale,
hasta
ver si acaso sale
comendador que la herede.
FRONDOSO: Su majestad habla, en fin,
como
quien tanto ha acertado.
Y
aquí, discreto senado,
Fuenteovejuna da fin.
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