Pocas veces
hemos comentado aquí libros que hayan sido autoeditados, pero esta novela de Mónica
Gutiérrez es una pequeña joya que vale la pena.
Agnes Marti, arqueóloga
barcelonesa en paro, se ha mudado a Londres en busca de una oportunidad
laboral.
Una tarde,
desanimada y triste por su poco éxito profesional, tropieza en el corazón del
barrio del Temple con el pomo de una puerta en forma de pluma, el sonido de unas
lúgubres campanillas y el hermoso rótulo azul de Moonlight Books. La librería,
regentada con encantador ceño fruncido por Edward Livingstone, debe su nombre a
un espectacular techo de cristal que permite contemplar la luna y las estrellas
en las noches despejadas.
Intrigada por
la personalidad y el sentido del humor del señor Livingstone, Agnes decide
aceptar la oferta de convertirse en ayudante del librero mientras continúa su
búsqueda de trabajo. El té de la tarde en el rincón de los románticos, las visitas
de Mr. Magoo, las conversaciones con la bella editora de Edward, las cenas
junto a la chimenea del Darkness and Shadow y la buena lectura convencerán a
Agnes de que la felicidad está en los pequeños detalles cotidianos.
Por medio, el
robo del manuscrito del Dr. Samuel Livingstone;
las relaciones entre el librero y Sioban, su editora; los “excéntricos”
clientes o los personajes habituales de la librería; el ansiado fallo de un
premio para libreros; los paseos por esos rincones de Londres que nos encantan;
el inspector John Lockwood, que... Es una trama sencilla en la que no ocurre
nada, pero suceden muchas cosas.
La
autora señala que su novela es un pequeño homenaje a sus novelas y autores
preferidos (lo podemos observar en las citas y en las referencias, y aquí no
hay un género o autor menor, pues nos podemos encontrar a Shakespeare, junto a
Tolkien –“¿morirá Frodo?”, es la duda de esa anciana y extravagante clienta-,
G. R. R. Martin, Edmund Crispin, Virginia Woolf, entre otros muchos). La propia
Mónica
Gutiérrez califica su novela como feelgood, ¿y qué es esa palabreja? os
preguntaréis muchos; veamos como lo explica la autora en la novela:
—¿Qué es eso del feelgood?
—Novelas en las que los
protagonistas jamás comen acelgas —resumió ella pensando en todos los títulos
que le había descubierto su amiga—. Historias en las que apenas ocurre nada
extraordinario, cuyos protagonistas no son grandes héroes. Historias en las que
la felicidad se mide en pequeños momentos y se halla en los gestos más
cotidianos...
Los
personajes son entrañables: Edward Livingstone, el culto y viejo librero, que
hace honor al refrán “perro ladrador…” por su forma de comportarse; Agnes, ese
hada con los pies descalzos, que cautiva al librero y al policía; Sioban, la
novia que no quiere casarse; el inspector Lockwood, que, en su presentación,
nos recuerda a un elefante en una cacharrería; Oliver, Oliver Twist, ese niño “abandonado”
en la librería y aficionado a la astronomía…
Un
consejo, dejadlos entrar en vuestra casa.
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