Hasta mitad de junio pomos ver
en el Museo ABC, de Madrid esta exposición dedicada a Ramón Gómez de la Serna.
En ella, se recogen cien greguerías ilustradas por el propio autor, que fueron
publicadas en la revista Blanco y Negro entre 1930 y 1935.
Tenemos que recordar que la greguería es el trabajo
literario más personal de Ramón Gómez de la Serna. Uniendo humor y metáfora, encuentra
la fórmula literaria que le permite describir el mundo que le rodea, el mundo
agitado de las vanguardias europeas. Sus greguerías son ingeniosas imágenes que
iluminan los aspectos más contradictorios del escenario que le tocó vivir.
Veamos algunas que aparecieron en diversos libros:
Veamos algunas que aparecieron en diversos libros:
En los museos de reproducciones
escultóricas es donde los papás oyen a los niños las cosas más insólitas:
—¡Papá, a mí no me ha salido aún
la hoja!
El gesto que hacen los elegantes
al sacarse el pañuelo del faldón del frac es un gesto ignominioso e indecente.
La muchacha que lleva la pelota
del niño en la red parece que pasea un pequeño montgolfier.
Los poetas del pasado ya parecían
haberse adelantado a los que hablan por radio, porque leían sus poesías ante el
micrófono de una rosa en el búcaro
El 4 tiene la nariz griega.
Hay un momento en que al
bandoneón parece que se le cae una pila de libros que no ha podido abarcar con
las dos manos.
Uno de los contrastes más
graciosos de los espectáculos modernos es cuando en el boxeo el hombre pequeño
en mangas de camisa y con corbata ayuda a levantar el brazo al atleta
triunfador. ¡Qué trabajo le cuesta!
La arquitectura árabe es el
agrandamiento del ojo de la cerradura.
El beso es una nada entre
paréntesis.
No conviene pintar ya a las
brujas montadas en una de aquellas escobas ordinarias que, generalmente, eran
escobas que habían barrido mucho. Las brujas modernas deben ser representadas
sobre una escoba aviónica, con el volante de la dirección en el mango y la
hélice al final.
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