Ya el otoño frunce su
tul
de hojarasca sobre el
suelo,
y en vuelo repentino,
la noche atropella la
luz.
Todo es crepúsculo,
señoreando en mi
corazón.
Hoy no queda en el
cielo
ni un remanso de
azul.
Qué pena de día sin
sol.
Qué melancolía de
luna
tan pálida y sola,
ay que frío y ay que
dolor.
¿Dónde quedó el calor
del tiempo pasado,
la fuerza y la
juventud
que aún siento latir?
Se fue quizás con los
días cálidos,
de los momentos que a
tu lado viví.
Y así esperando tu
regreso,
otro otoño triste ha
llegado sin ti
Miguel Hernández
El otoño se acerca
con muy poco ruido:
apagadas cigarras,
unos grillos apenas,
defienden el reducto
de un verano
obstinado en perpetuarse,
cuya suntuosa cola
aún brilla hacia el oeste.
Se diría que aquí no
pasa nada,
pero un silencio
súbito ilumina el prodigio:
ha pasado
un ángel
que se llamaba luz, o
fuego, o vida.
Y lo perdimos para
siempre.
Ángel González
antes de que el
invierno nos escombre
entremos a codazos en
la franja del sol
y admiremos a los
pájaros que emigran
ahora que calienta el
corazón
aunque sea de a ratos
y de a poco
pensemos y sintamos
todavía
con el viejo cariño
que nos queda
aprovechemos el otoño
antes de que el
futuro se congele
y no haya sitio para
la belleza
porque el futuro se
nos vuelve escarcha
Mario Benedetti
del sur, las hojas
áureas y las rojas,
y, en la caída clara
de sus hojas,
se lleva al infinito
el pensamiento.
Qué noble paz en este
alejamiento
de todo; oh prado bello
que deshojas
tus flores; oh agua
fría ya, que mojas
con tu cristal
estremecido el viento!
¡Encantamiento de
oro! Cárcel pura,
en que el cuerpo,
hecho alma, se enternece,
echado en el verdor
de una colina!
En una decadencia de
hermosura,
la vida se desnuda, y
resplandece
la excelsitud de su
verdad divina.
Juan Ramón Jiménez
del violín del otoño
son igual
que una herida en el
alma
de congojas extrañas
sin final.
Tembloroso recuerdo
esta huida del tiempo
que se fue.
Evocando el pasado
y los días lejanos
lloraré.
Este viento se lleva
el ayer de tiniebla
que pasó,
una mala borrasca
que levanta hojarasca
como yo.
Paul Verlaine
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