Rosa Montero nos cuenta la
aventura de Leola, una campesina que se ve obligada a salir de su mundo
opresivo y monótono para encontrarse con la verdad; con un mundo conformado por
sentimientos dispares, contradictorios; un mundo que puede ser maravilloso
hasta que la ambición lo anula, convirtiéndolo en algo frío, yermo, en
desolación y muerte.
Leola es la narradora de sus propias aventuras y de la aventura de
la Humanidad en una época de cambios. Ella, como mujer, se da cuenta del
silencio, de la anulación a la que es sometida y se resiste; por eso cambia de
personalidad, convirtiéndose en el guerrero Leo, disfraz que le permitirá
explorar el mundo, salir del silencio y actuar.
En su recorrido, que dura veinticinco años, caminará por el mundo sorteando
peligros, e irá encontrando a otras personas que la ayudarán a conformar su
pensamiento hasta encontrar la felicidad.
Transcurrido ese tiempo, en el que actúa como caballero, mercader
de sangre, maestra y alumna, vuelve a su casa, de la que no queda nada. Ya no
están su padre ni su hermano, y, aunque encuentra a Jacques, su primer amor, no
se da a conocer porque entiende que sigue perteneciendo a un mundo formado por
personas buenas pero serviles, humilladas; un mundo que ya no es el suyo. Ella
ha contribuido con su actitud a que otros sean conscientes de su libertad y felicidad,
por lo que se aparta conscientemente de la sociedad marcada por el odio, sin
enterarse de la fábula del Rey Transparente, en la que la mentira es causa de silencio
y muerte. Y Leola no quiere callar, necesita comunicarse con los demás,
aprender de ellos y enseñar lo aprendido; por eso los que intentan proclamar la
mentira va desapareciendo de su vida, la falsedad va siendo eliminada por
sucesos naturales o fortuitos; por eso, al final es capaz de actuar libremente,
sin necesidad de disfraces, porque la verdadera libertad reside en uno mismo.
La novela es un canto a la vida, a la verdad y al poder de la
palabra y la cultura como armas del desarrollo personal. Pero hay otros temas
tan actuales y atemporales como el abuso de todo tipo de poder, la
deshumanización de la guerra, el respeto hacia los mayores, el amor o el
problema de la identidad.
El tiempo real transcurre en una noche, en la que la protagonista,
encerrada en una torre, sufre el asedio de los cruzados mientras narra
veinticinco años de su vida, que acontece en diferentes lugares (reales o
ficticios) de la Francia de los siglos XII y XIII.
Leola nos narra en primera persona todas las vivencias que ha experimentado
a lo largo de su vida, primero como mujer, luego como hombre, el caballero Leo,
y al final nuevamente como mujer, cuando se ha aceptado al superar sus
carencias y se ha valorado al sentirse útil. Nyneve le aportara la sabiduría de
la experiencia y la inquietud por aprender. El señor de Ballaine le enseñará a
ser fiel, consecuente y honrada. Guy le dará confianza haciendo que pierda el
miedo ante las apariencias peligrosas. Dhuoda le enseñará el egoísmo del poder
y el ansia de venganza. La reina Leonor le abrirá las puertas a la luz de la modernidad,
al razonamiento, la tolerancia y la cultura. Con el alquimista Gastón conocerá
el desamor y la traición. La bondad, la nobleza, el placer del sexo y la
ternura vendrán de la mano de León, con quien compartirá sus últimos años,
sintiéndose acogidos por la tolerancia de los cátaros, que estará en oposición
al radicalismo de la iglesia de la época, personificada en Fray Angélico.
A lo largo del libro aparecen referencias a La Historia Del Rey Transparente,
una leyenda que tiene la peculiaridad de condenar a muerte a quien se atreve a
iniciar el relato, por lo que el lector siempre se queda con la curiosidad de
saber cómo sigue, cómo termina, hasta qué…
PREMIO QUÉ LEER A LA MEJOR NOVELA ESPAÑOLA DE 2005
PREMIO MANDARACHE DE 2007.
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