En Xanadú, Kubla Khan
mandó que levantaran su cúpula señera:
allí donde discurre Alfa, el río sagrado,
por cavernas que nunca ha sondeado el
hombre,
hacia una mar que el sol no alcanza
nunca.
Dos veces cinco millas de tierra muy
feraz
ciñeron de altas torres y murallas:
y había allí jardines con brillo de
arroyuelos,
donde, abundoso, el árbol de incienso
florecía,
y bosques viejos como las colinas
cercando los rincones de verde soleado.
¡Oh sima de misterio, que se abría
bajo la verde loma, cruzando entre los
cedros!
Era un lugar salvaje, tan sacro y
hechizado
como el que frecuentara, bajo menguante
luna,
una mujer, gimiendo de amor por un
espíritu.
Y del abismo hirviente y con fragores
sin fin, cual si la tierra jadeara,
hízose que brotara un agua caudalosa,
entre cuyo manar veloz e intermitente
se enlazaban fragmentos enormes, a manera
de granizo o de mieses que el trillador
separa:
y en medio de las rocas danzantes, para
siempre,
lanzóse el sacro río.
Cinco millas de sierpe, como en un
laberinto,
siguió el sagrado río por valles y
collados,
hacia aquellas cavernas que no ha medido
el hombre,
y hundióse con fragor en una mar sin
vida:
y en medio del estruendo, oyó Kubla,
lejanas,
las voces de otros tiempos, augurio de la
guerra.
La sombra de la cúpula deliciosa flotaba
encima de las ondas,
y allí se oía aquel rumor mezclado
del agua y las cavernas.
¡Oh, singular, maravillosa fábrica:
sobre heladas cavernas la cúpula de sol!
Un día, en mis ensueños,
una joven con un salterio aparecía
llegaba de Abisinia esa doncella
y pulsaba el salterio;
cantando las montañas de Aboré.
Si revivir lograra en mis entrañas
su música y su canto,
tal fuera mi delicia,
que con la melodía potente y sostenida
alzaría en el aire aquella cúpula,
la cúpula de sol y las cuevas de hielo.
Y cuantos me escucharan las verían
y todos clamarían: «¡Deteneos!
¡Ved sus ojos de llama y su cabello loco!
Tres círculos trazad en torno suyo
y los ojos cerrad con miedo sacro,
pues se nutrió con néctar de las flores
y la leche probó del Paraíso».
Samuel
Coleridge
Xanadu era la capital de verano del imperio mongol de Kublai Khan,
último gran Khan y emperador de la primera dinastía china en el siglo XIII. Se
cree que el palacio era la mitad de grande que la Ciudad Prohibida de Pekín, y
su opulencia y esplendor rebasaban lo que el mundo había visto hasta entonces. Gracias
a las Memorias del explorador italiano Marco Polo se convirtió en sinónimo de
magnificencia y lujo, leyenda que popularizaría el poeta inglés Samuel
Coleridge. A partir de este momento, se utiliza este nombre para evocar un
lugar de lujo, misterio y exhuberancia, un lugar donde los sueños son posibles.
Os dejo con la versión original
subtitulada en la voz del actor inglés Benedict Cumberbatch
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