martes, 19 de septiembre de 2017

LA CARNE


«La carne está triste y ya he leído todos los libros», decía Mallarmé.

Qué acertada es esta cita que encontramos en la novela de Rosa Montero.

Una noche de ópera, Soledad, que acaba de cumplir 60 años y teme la vejez, contrata a un gigoló, el ruso Adam, para que la acompañe a la función y así poder dar celos a un examante. Pero, a la salida, el atraco y el navajazo a unos comerciantes chinos conocido de Soledad trastornará sus planes con Adam, dando comienzo a una relación, por una parte peligrosa, pues el ruso, aparte de cobrarle, va a sacar todo el beneficio que pueda en forma de regalos, incluso exige que le le busque un buen trabajo o le preste dinero; por otra parte, Soledad, queriendo huir de la vejez y del temor a la soledad, va a caer en una inquietante tela de araña de la que ni puede ni quiere escapar.

Además, Soledad está preparando una exposición, Arte y locura, para la Biblioteca Nacional. Una exposición en la que los autores están marcados por el abandono paterno en la infancia o la búsqueda del amor, hechos que han marcado la vida de Soledad. Una exposición, que una joven arquitecta, Marita Kemp, le quiere arrebatar.

La historia entre Soledad Alegría (nombre y apellido simbólico, igual que el de su hermana Dolores) y Adam, es previsible, y en cierta manera es lo que menos nos importa de la novela. Nos atraen más esos recuerdos de Soledad, donde muestra una aparente rebeldía ante la sociedad imperante: no tiene pareja estable, la mayoría de sus relaciones son clandestinas o ilícitas, no ha querido tener hijos, parece que es la vida que le gusta… pero es sobre todo un canto vitalista de una persona que teme envejecer, envejecer en soledad (Necesitaba estar enamorada. Amaba el amor, como decía san Agustín. Era una adicta a la pasión y, como buena adicta, sin eso no le interesaba vivir).

Conforme avanza la trama, se van hilvanando anécdotas de esos autores que Soledad ha elegido como malditos, todos reales salvo uno, Josefina Aznárez. Así nos vamos enterando de historias de Philip K. Dick, Guy de Maupassant, María Lejárraga, Pedro Luis de Gálvez, María Luisa Bombal, María Carolina Geel, Anne Perry, Willian Burroughs, Thomas Mann… Y junto a ello la música, especialmente el liebestod, la muerte de amor, de la opera Tristan e Isolda de Richard Wagner.

Es memorable, el capítulo donde Soledad se entrevista con la propia Rosa Montero.

Os dejo con dos videos, una entrevista a la autora, y el liebestod:




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