Primero convirtieron su escenario
en un matadero; ahora lo han destruido.
Tras esto, no he dejado de
pensar en mis viejas traducciones de Esquilo, Sófocles, Arístofanes, Plauto…
Despues en una pieza teatral que José Luis Alonso de Santos escribió
para críos, ¡Viva el teatro!. Esta obra escenifica una puesta en escena teatral
llevada a cabo por un grupo de niños, que ensayan, con su profesora, una pieza
infantil como si de un apasionante juego se tratase y desarrolla una intriga
compleja, cuajada de canciones y sorpresas, convierte el teatro en un excelente
recurso lúdico y pedagógico para transmitir valores como la amistad y la
solidaridad, la alegría o la generosidad.
Os dejo con su escena final
¡Muy
bien…! Ha estado estupendo. Ahora todos al escenario para ensayar la canción
final y hemos terminado. Poneros en una fila frente al público, como os marqué
el otro día. Ana y Jonathan en el centro y de la mano, los demás a los lados…
¡Y alegres! ¡A ver esas caras! En el teatro no puede parecer que estamos
cansados, o aburridos… Tenemos que ofrecer al público la mejor de nuestras
sonrisas… Nos tienen que ver felices y dichosos de hacer teatro para ellos.
Los niños se colocan en una fila en el fondo del escenario, y
avanzarán después despacio hacia primer plano, mientras cantan. Entra una
brillante y festiva música, y empieza la CANCIÓN FINAL:
¡Viva
el teatro, que nos enseña a jugar,
y
a interpretar, a cantar y a bailar!
¡Viva
el teatro, que es un arte milenario
y
hace salir la imaginación en el escenario!
¡Viva
el teatro, lleno de fiesta, amor y fantasía
que
se repiten en escena cada día!
¡Viva
el teatro, compuesto de sueños y verdad
que
lleva siglos divirtiendo a la humanidad!
¡Viva
el teatro, y los que lo hacen: actores
y
autores músicos, técnicos y directores!
¡Y
digamos ahora juntos a gritos, y mucho rato,
también
los espectadores: ¡Qué viva! ¡Viva el teatro!
José
Luis Alonso de Santos, ¡Viva el teatro!
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