jueves, 12 de enero de 2017

DIEZ MIRADAS, PARA QUIENES NOS ENSEÑAN A AMAR LOS LIBROS


Esta semana he recibido este libro del sello Loqueleo de la editorial Santillana  que pretende ser un homenaje a todos los maestros, en su sentido más afectivo e integro de la palabra, que con su dedicación, creatividad y entusiasmo hacen posible que tantos niños y jóvenes crezcan confiando en sus propias capacidades. Y muy especialmente, está dedicado a todos esos docentes que han transmitido su amor por la Literatura…

Lo cierto es que ha sido una gozada ver esas Diez Miradas, mejor dicho, leer esos diez relatos de esos  magos de las palabras y maestros en el arte de contar historias: Maite Carranza, Jordi Sierra ¡ Fabra, César Mallorqui, Concha López Narváez, Rafael Salmerón Alfredo Gómez Cerdá, Mª Isabel Molina, Fernando J López, Care Santos, Joan Manuel Gisbert y mi paisano Fernando Lalana.

Algunos de ellos inciden más en el aspecto docente en general o la influencia del maestro en el alumno: delicioso ese Blanca y los Plátanos, de Maite Carranza, donde de forma sorprendente se reencuentran la vieja maestra y un viejo discípulo (por cierto, que sentimientos tan contradictorios cuando ves que tienes un discípulo: alegría, al ver que alguien ha seguido tus pasos; por otra parte, te sientes viejo, se te cae el mundo encima); la búsqueda de ese reconocimiento, que todos anhelamos (y quien diga lo contrario, miente cual bellaco) lo podemos ver en El Cerebro del Profesor Vázquez, de César Mallorqui, donde irónicamente el profesor no recuerda a su antiguo alumno. Emotivo me ha resultado el de Alfredo Gómez Cerdá, El Único Trabajo de mi Vida, tal vez por la reciente jubilación de una amiga y compañera. Jordi Sierra ¡ Fabra, con su Un Mundo bajo el Cielo, a través de ese maestro sudamericano nos recuerda a nuestros viejos maestros de escuela que iban a un pueblo cargados de sueños.  Concha López Narváez y Rafael Salmerón, con En busca del Tesoro, nos hacen ver lo que disfrutamos cuando un alumno coge un libro motu propio o nos pide nuestra opinión sobre una novela. La flamante Premio Nadal Care Santos nos emociona con ese homenaje a Shakespeare (si, también los grandes tuvieron maestros, ¿qué os pensabais?) en Tarde de Teatro. Fernando Lalana, con Fin del Luto, nos trae al alumno enamorado de su profesora (podéis pensar mal, pero os vais a equivocar). La influencia sobre el futuro del niño nos la presentan en sus relatos tanto Mª Isabel Molina como Fernando J López que sigue trabajando su línea temática sobre el suicidio en adolescentes, pero muy logrado ese acercamiento al muchacho mediante el poema de Luis Cernuda en El Mar no Tiene Sueño; si queréis leer este relato, lo tenéis aquí.

De Joan Manuel Gisbert, ¿qué podemos decir?. Mejor le dejamos hablar con este microcuento que nos trae en su cuento:

EL GRAN ANFITRIÓN

Uno de sus mayores placeres es ir abriendo los espacios de su inmensa casa a sus invitados y dejarlos moverse libremente por ellos. Es entonces cuando lo invisible sale a la luz. Del silencio brotan ríos de palabras, seres muy diversos pueblan las estancias, mundos cercanos y remotos toman forma, asombrosos lugares se desarrollan y se producen en ellos vivencias de muchas clases.

El Gran Anfitrión, propicio y acogedor, los guía y acompaña por un tiempo y, luego, muy despacio, va retirándose a sus aposentos y los deja a su aire, creciendo y disfrutando por sí mismos.

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