Soy un aristócrata esnob y algo pijo, y mis amigos y yo hemos organizado un viaje a Nueva York que pasará a la historia. Somos divertidos, alocados, golfos, y estamos en la frontera de muchas desdichas; nos sobran libras y nos faltan certezas: mientras el mundo se tambalea, buscamos, sedientos, aventuras, nuevos amores. Quizá, quién sabe, el amor verdadero. Lo mejor y lo peor es que hemos elegido el único barco insumergible de la historia, el Titanic. Sí, lo mejor y lo peor: nadamos, buceamos en champán antes de hundirnos, tras un golpe seco y un silencio tenebroso, en aguas heladas.
Y salvo la vida, sin mirar atrás, sin preocuparme de mi mejor amigo ni de mi último e imposible amor, porque he comprado un pasaje en un bote salvavidas, y siento, con una angustia tiznada de pena y desengaño, ese frío que jamás me abandonará. Llegaré a Nueva York, pero ya nada será lo mismo. Yo no podré volver a ser divertido, golfo y alocado...
Luisge Martín
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