Dentro de un minuto habré muerto. En esta bala del calibre 22, incapaz de matar un ciervo pero sí un ser humano, está el final de todo. Yo, Robert Grenville, XXVII duque de mi apellido, voy a morir, y conmigo mi anémico linaje, del que soy el único representante. Es fácil acercarme el cañón a la boca, esta pistolita que parece de juguete ¡qué final más wagneriano he escogido para suicidarme! El barco más grande, el camarote más caro, el chaqué hecho por el mejor sastre, ahí se han ido mis últimas libras, la única mano de póker que he ganado en toda mi vida ¡escalera de color! Me tenderé sobre la cama ¡soy un gentleman! No quiero que la doncella se desmaye al verme. Los músicos tocan un canto de adiós, carreras por los pasillos, hasta el Titanic parece danzar para despedirme, sí, ¡buena idea! ¡Sigue bailando, mundo! Las luces se encienden y se apagan, las sirenas ululan para celebrar mi marcha. Golpean la puerta, rápido, rápido ¡antepasados que defendisteis Inglaterra en la guerra de los cien años, que no tiemble mi pulso! El cañón sabe a óxido, ¿sufriré? Será solo un momento, qué frio hace
Pilar Eyre
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