Retomando el
hilo de las palabras del novelista Franz Kafka, cuando escribió que “Un
libro debe ser el hacha que hienda el mar congelado en nuestro interior”, John Felstiner,
profesor de Stanford, se pregunta en el título de su libro: ¿Puede la poesía salvar
la Tierra?
“¿Por qué apelar a los placeres
de la poesía cuando llega el momento de responder con un órdago? La respuesta
empieza por el individuo: es el individuo el que habla por los poemas y al que
los poemas hablan. De nuestro interior, uno a uno, puede surgir la voluntad de
actuar. Puesto que somos el receptor de la belleza y la fuerza de los poemas,
tenemos la oportunidad de reconocer y aligerar la impronta que dejamos en un
mundo donde solo la naturaleza tiene una importancia vital.”
La
orquestación de las palabras, el colorido de las imágenes y la contundencia de una
buena métrica otorgan a la poesía un poder sin parangón: el poder de extraernos
de lo cotidiano para recordarnos la belleza que nos rodea y la resistencia del
espíritu humano.
Este año, en
el que ponemos punto final al Decenio de las Naciones Unidas sobre la
Diversidad Biológica e inauguramos el Año Internacional de la Sanidad Vegetal
de las Naciones Unidas, la UNESCO rinde tributo a poetas del pasado y del
presente que lucharon y luchan por la diversidad biológica y la conservación de
la naturaleza.
Aunque la
protección de la diversidad biológica es un tema que apenas ahora empieza a
calar en la sociedad, los poetas llevan miles de años animando al lector a
apreciar la belleza del mundo natural. El amor, la muerte y la naturaleza son
quizá los temas más frecuentados por la poesía. De Garcilaso de la Vega a Victor
Hugo, de Alexander Pushkin a Sarojini Naidu, desde siempre el
poeta ha reconocido y honrado una profunda vinculación entre las emociones
humanas y la riqueza del entorno.
Últimamente
los poetas han comenzado a utilizar su memoria cultural y sus preocupaciones
ecológicas para dar testimonio del cambio climático. Con su obra estos “ecopoetas”
sitúan el patrimonio natural y cultural en el centro del debate político y
hacen de él una cuestión de supervivencia. El poeta mapuche contemporáneo Elicura
Chihuailaf expresa con poderosa elocuencia este vínculo entre saber
indígena y protección de los ecosistemas:
Aprendo entonces los
nombres de las flores y de las plantas.
Los insectos cumplen
su función.
Nada está de más en
este mundo.
El universo es una
dualidad,
lo bueno no existe
sin lo malo.
La Tierra no
pertenece a la gente.
. La
poesía anida en lo más hondo de lo que somos, mujeres y hombres que conviven en
el mundo de hoy, abrevándose en el legado de las generaciones pasadas y custodiando
este mundo para nuestros hijos y nietos. Al celebrar hoy la poesía, celebramos
nuestra capacidad de luchar unidos por la diversidad biológica como “preocupación
común de la humanidad” y como parte integral del proceso de desarrollo
internacional.
Audrey Azoulay, Directora General
de la UNESCO, Día Mundial de la Poesía 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario