Inmediatamente os daréis cuenta
de que sería casi imposible seguir las aventuras de Peter Pan, si no nos
familiarizamos con los Jardines de Kensington. Estos Jardines están en Londres,
donde vive el rey. (…)
Los Jardines limitan por una
parte con una interminable hilera de autobuses, sobre los que vuestras niñeras
tienen el poder de obligarles a detenerse con una simple señal de la mano cada
vez que quieren cruzar tranquilamente la calle con vosotros.
Es verdad que hay muchas puertas
de entrada a los Jardines, pero vosotros siempre entráis por la misma, y, antes
de entrar, os paráis a charlar con la señora de los globos, que se sienta allí,
muy cerca de la verja, agarrada a las barras… Pues, si se olvidara de agarrarse
bien a las barras, los globos la elevarían y se la llevarían volando. (…)
Los Jardines son un lugar impresionantemente
grande, con centenares y centenares de árboles. En primer lugar, nada más
entrar, encontramos las Magnolias, pero no conviene que nos detengamos aquí, porque
es un lugar para diminutos personajes altivos, a quienes les está prohibido
mezclarse con la gente, y se llaman así porque, según la leyenda, se visten con
gran pompa. (…)
Ahora nos encontramos en el
Paseo Central, que, en comparación con otros paseos, es tan grande como vuestro
padre, comparado con vosotros. David siempre se preguntaba si, al principio,
aquel paseo habría nacido pequeño y luego habría crecido y crecido hasta
hacerse grande, y si los otros paseos serían sus hijos. Incluso llegó a hacer
un dibujo que le gustaba mucho: había representado el Paseo Central llevando de
paseo, a tomar el aire, en un cochecito, a un paseo chiquito. En el Paseo
Central uno se encuentra a las personas que vale la pena; generalmente van
acompañadas de un adulto para impedirles que se metan en el césped húmedo, y
les mandan de castigo ponerse de pie en un extremo del banco, si hacen el pillo
o hacen pucheros. Hacer pucheros quiere decir comportarse como una niña; hacen pucheros
porque la niñera no quiere cogerlos en brazos o hacen mohínes, chupándose el
dedo pulgar, y esto es algo muy desagradable. Y hacer el pillo equivale a dar
patadas a todo lo que encuentra, y en esto, por lo menos, hay alguna
satisfacción.
Si tuviera que enseñaros todos
los lugares importantes mientras pasamos por el Paseo Central, se haría la hora
de volver a casa antes de llegar al final. Por eso me contentaré con indicarlos
al pasar
J. M. Barrie, Peter Pan en los Jardines de
Kensington
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