viernes, 1 de julio de 2016

LA GUERRA DE LOS MUNDOS


Enviado por Pedro:

Antes de Independence Day, H. G. Wells nos narró la primera invasión extraterrestre conocida.

El narrador es una persona como nosotros, con nuestros miedos y temores, se nos hace cercano. Ve como los trípodes marcianos comienzan a atacar sin previo aviso y desatan el caos. Ante la devastación que van sembrando, al protagonista no le queda más remedio que procurar salvar a su mujer y huir él mismo.

Pasará encerrado días, para evitar ser visto y capturado por los alienígenas. Cuando salga, se encontrará con que Londres ha sido totalmente destruida. Las calles de la gran ciudad están vacías, los pocos seres con los que topa se han convertido en fieras egoístas temerosas de que cualquier rival les robe el mendrugo de pan que han logrado encontrar. Él mismo llegará a matar a un hombre.

Las fuerzas humanas no bastan para luchar contra las armas de los marcianos y tras esa constatación el gobierno se desintegra, las normas sociales pierden su eficacia.

¿Qué puede salvar a la humanidad de la destrucción?

Esta novela no solo interesa por su contenido futurista expreso, sino también por lo que puede esclarecer sobre la condición humana. Vemos las inquietudes de un escritor que mira su tiempo y analiza sus miserias.

Los marcianos que llegan a Londres son el enemigo, es decir el extraño; los ingleses de este relato no se comportan, en general, de modo ejemplar, ceden al miedo. En el relato de Wells no hay heroísmo, sino horror y alivio por una amenaza de la que la humanidad escapa gracias a las bacterias, no a su esfuerzo. La novela se cierra dejando una sensación de inseguridad. Para los que vieron la invasión marciana, la Tierra ya no es un lugar seguro.

Esa locura enlaza con el espíritu de resistencia, que se manifiesta en el narrador de la tragedia que logra superar sus miedos y pasiones, no sale de la lucha inmaculado, pero sobrevive con humanidad. En el fondo, Wells, a pesar de la oscuridad de su relato, tenía fe y esperanza.

Os dejo con un tráiler de la película dirigida en 1953 por Byron Haskin:

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