Llegaron a King Cross a las diez
y media. Tío Vernon cargó el baúl de Harry en un carrito y lo llevó por la
estación. Harry pensó que era una rara amabilidad, hasta que tío Vernon se
detuvo, mirando los andenes con una sonrisa perversa.
—Bueno, aquí estás, muchacho.
Andén nueve, andén diez... Tú andén debería estar en el medio, pero parece que
aún no lo han construido, ¿no?
Tenía razón, por supuesto. Había
un gran número nueve, de plástico, sobre un andén, un número diez sobre el otro
y, en el medio, nada.
—Que tengas un buen curso —dijo tío
Vernon con una sonrisa aún más torva. Se marchó sin decir una palabra más.
Harry se volvió y vio que los Dursley se alejaban. Los tres se reían. Harry
sintió la boca seca. ¿Qué haría? Estaba llamando la atención, a causa de
Hedwig. Tendría que preguntarle a alguien.
Hagrid debió de olvidar decirle
algo que tenía que hacer, como dar un golpe al tercer ladrillo de la izquierda
para entrar en el callejón Diagon. Se preguntó si debería sacar su varita y
comenzar a golpear la taquilla, entre los andenes nueve y diez.
En aquel momento, un grupo de
gente pasó por su lado y captó unas pocas palabras.
—... lleno de muggles, por
supuesto...
Harry se volvió para verlos. La
que hablaba era una mujer regordeta, que se dirigía a cuatro muchachos, todos
con pelo de llameante color rojo. Cada uno empujaba un baúl, como Harry, y
llevaban una lechuza.
Con el corazón palpitante, Harry
empujó el carrito detrás de ellos. Se detuvieron y los imitó, parándose lo
bastante cerca para escuchar lo que decían.
—Y ahora, ¿cuál es el número del
andén? —dijo la madre.
—¡Nueve y tres cuartos! —dijo la
voz aguda de una niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre—.
Mamá, ¿no puedo ir...?
—No tienes edad suficiente,
Ginny Ahora estáte quieta. Muy bien, Percy, tú primero.
El que parecía el mayor de los
chicos se dirigió hacia los andenes nueve y diez. Harry observaba, procurando
no parpadear para no perderse nada. Pero justo cuando el muchacho llegó a la
división de los dos andenes, una larga caravana de turistas pasó frente a él y,
cuando se alejaron, el muchacho había desaparecido.
—Fred, eres el siguiente —dijo
la mujer regordeta.
—No soy Fred, soy George —dijo
el muchacho—. ¿De veras, mujer, puedes llamarte nuestra madre? ¿No te das
cuenta de que yo soy George?
—Lo siento, George, cariño.
—Estaba bromeando, soy Fred
—dijo el muchacho, y se alejó. Debió pasar, porque un segundo más tarde ya no
estaba. Pero ¿cómo lo había hecho? Su hermano gemelo fue tras él: el tercer
hermano iba rápidamente hacia la taquilla (estaba casi allí) y luego,
súbitamente, no estaba en ninguna parte.
No había nadie más.
—Discúlpeme —dijo Harry a la
mujer regordeta.
—Hola, querido —dijo—. Primer
año en Hogwarts, ¿no? Ron también es nuevo.
Señaló al último y menor de sus
hijos varones. Era alto, flacucho y pecoso, con manos y pies grandes y una
larga nariz.
—Sí —dijo Harry—. Lo que pasa es
que... es que no se cómo...
—¿Cómo entrar en el andén?
—preguntó bondadosamente, y Harry asintió con la cabeza.
—No te preocupes —dijo—. Lo
único que tienes que hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los
dos andenes. No te detengas y no tengas miedo de chocar, eso es muy importante.
Lo mejor es ir deprisa, si estás nervioso. Ve ahora, ve antes que Ron.
—Hum... De acuerdo —dijo Harry.
Empujó su carrito y se dirigió
hacia la barrera. Parecía muy sólida.
Comenzó a andar. La gente que
andaba a su alrededor iba al andén nueve o al diez. Fue más rápido. Iba a
chocar contra la taquilla y tendría problemas. Se inclinó sobre el carrito y
comenzó a correr (la barrera se acercaba cada vez más). Ya no podía detenerse
(el carrito estaba fuera de control), ya estaba allí... Cerró los ojos,
preparado para el choque..
Pero no llegó. Siguió rodando.
Abrió los ojos.
Una locomotora de vapor, de
color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente. Un rótulo decía: «Expreso
de Hogwarts, 11 h». Harry miró hacia atrás y vio una arcada de hierro donde
debía estar la taquilla, con las palabras «Andén Nueve y Tres Cuartos».
Lo había logrado.
J K Rowling, Harry Potter y la
Piedra Filosofal
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