Cada primavera
hago una limpieza general de mis libros y me deshago de los que ya no volveré a
leer, de la misma manera que me desprendo de las ropas que no pienso ponerme ya
más. A todo el mundo le extraña esta forma de proceder. Mis amigos son muy
peculiares en cuestión de libros.
Leen todos los
best sellers que caen en sus manos, devorándolos lo más rápidamente posible…, y
saltándose montones de párrafos según creo. Pero luego JAMAS releen nada, con lo
que al cabo de un año no recuerdan ni una palabra de lo que leyeron. Sin embargo,
se escandalizan de que yo arroje un libro a la basura o lo regale.
Según
entienden ellos la cosa, compras un libro, lo lees, lo colocas en la estantería
y jamás vuelves a abrirlo en toda tu vida, ¡PERO NUNCA LO TIRAS! ¡JAMÁS DE LOS
JAMASES SI ESTÁ ENCUADERNADO EN TAPA DURA! Pero… ¿por qué no?
Personalmente
creo que no hay nada menos sacrosanto que un mal libro e incluso un libro
mediocre.
Helene Hanff, 84 Charing CrossRoad
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