Permítanme,
damas y caballeros, darles la más cordial bienvenida a Cervantes Incorporated. Como
ustedes bien saben, ésta es a no dudar la más próspera empresa de gadgets y
juguetes literarios en todo lo ancho, largo y redondo de nuestro universo
mundo. A nombre de nuestro fundador, don Alonso Fernández de Avellaneda, aragonés
que se dice natural de Tordesillas, y del doctor Pedro Recio de Tirteafuera,
nuestro accionista mayoritario, les recibo demasiadamente alegre y me dispongo
desde luego a presentarles nuestro catálogo: una real y verdadera cornucopia de
encantamientos, un prodigioso baciyelmo de sorpresas, un verdadero retablo de
maravillas que, modestia aparte, pondrán verdes de envidia a nuestros
competidores de Disney, Pixar, Plastimarx y hasta del Pentágono.
Como es
seguramente de su conocimiento, los años recientes han sido cruciales para
nuestra industria. Los fastos del cuarto centenario de la publicación de cierta
obra intitulada El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha estimularon el interés
de nuestros clientes y significaron un hito para Cervantes Incorporated. ¿Qué
digo yo un hito? Seamos mejor ejecutivos y digamos que ha sido un paradigma,
una coyuntura para que, merced a esa singular novela, los hombres y las mujeres
de hoy dejemos de ser unos pobres diablos para convertirnos en unos pobres
diablos excelentes. Y digo más: que gracias al empeño de numerosos cervantistas
de marras —entre los que no faltan actores de prestigio, guerrilleros
latinoamericanos, cantantes de un día y políticos orgullosamente ágrafos—
nuestros consultores han elaborado una innovadora plataforma comercial. Dicha plataforma
se finca en dos enseñanzas fundamentales: primera, que todos llevamos un pequeño
Quijote
en la ternura de nuestros corazones, y segunda, que no hace falta leer al tal Cervantes
para descubrirlo. ¿Para qué pedirle a nuestros hijos, queridos amigos, que
arrostren dos farragosos volúmenes de anticuada prosa castellana cuando podemos
explicárselas nosotros como Dios nos dé a entender? ¿Y por qué leerlo nosotros
mismos si podemos mejor leer y ver en nuestro idioma infinidad de prólogos,
artículos, películas y programas de toda índole donde los académicos de
Argamasilla nos hablan de don Quijote y nos dicen de él lo que
les viene en gana? De allí que el nuevo eslogan de nuestra empresa sea el
siguiente: Cada Quijote es un Mundo.
Ni más ni menos, damas y caballeros: un mundo de diversión sin límite para cada
niño y para cada anciano, para cada madre y cada padre que quiera subirse hoy
mismo al tren del marketing literario sin el antes engorroso trámite de leer.
Permítanme,
entonces, dar comienzo con uno de nuestros productos más revolucionarios. Esto que
aquí ven y que parece un simple disco, es sin embargo una de las sorpresas más
sorprendentes que vuestra sorpresa merece. Es un CD-ROM denominado Cervantes Reloaded. Por una módica suma,
en él encontrará escrito todo lo que usted ha pensado siempre que se dice y
escribe en el Quijote del tal Cervantes. Escrito en la prosa accesible
y franca del maestro Paulo Coelho, nuestro más valioso
colaborador e incontestable miembro de la Academia de la Lengua Brasileña, la
historia de don Quijote y su inseparable compañero de fatigas transcurre
aquí como hubiéramos querido que fuese. En esta nueva versión, don
Quijote sí conoce a Aldonza Lorenzo, quien por lo demás tiene un
extraordinario parecido a Sophia Loren. Aquí Sanchica se casa con el galante
emisario de la duquesa, don Lorenzo de Miranda gana contra toda previsión el
primer lugar de una justa poética, la soberbia pastora Marcela es ultrajada en
montón confuso por los deudos del pastor Crisóstomo, los médicos de Barataria
mueren de una indigestión de uvas pasas y el malvado Sansón Carrasco regresa a Salamanca
para convertirse inesperadamente en el licenciado Vidriera y terminar sus días honrosamente
en los Tercios de Flandes. Pero el maestro Coelho, en un despliegue de genio,
ha guardado lo mejor para el final: en Cervantes
Reloaded Alonso Quijano muere loco de remate, animando a propios y extraños
a ser vencedores de sí mismos emprendiendo una hermosa aventura pastoril de la
que damos cuenta en los últimos capítulos. Todo esto viene convenientemente sustentado
con animación y notas de los más estrictos cervantistas, entre los que
sobresalen concienzudos estudios para determinar qué tipo de caballo era
Rocinante, qué tipo de jumento era el rucio escuderil y qué tipo de galgo era
el galgo corredor. Complementamos el producto con una extensa biografía de
todos los libros que, a decir de los expertos, debió leer Miguel de Cervantes, que
suman la nada despreciable cantidad de 14 580 volúmenes, lo cual demuestra del
tal Saavedra que en realidad vivió 180 años leyendo a razón de un libro diario.
En la compra
de cinco ejemplares de esta maravillosa pieza les enviaremos gratuitamente nuestro
ya clásico CD con las ciento y veinte versiones musicales de Las bodas de
Camacho, una composición de Philip Glass basada exclusivamente en el arte de
rebuznar según lo ejercen los destripaterrones de la comarca manchega, una
antigua versión de El retablo de maese Pedro narrada en verso yámbico por Joselito,
la Canción Desesperada de Crisóstomo en magistral dueto por Diango y Rafael, y
la Canción de Altisidora en la voz de Rocío Dúrcal con coros digitalizados de
Mocedades. Para quienes aspiren a contar con nuestra compañía en su casa, su
taller o su oficina, tenemos por otra parte un calendario quijotesco del año en
curso, ilustrado nada más ni nada menos que con una litografía de Orbaneja,
pintor predilecto de don Quijote, que representa un gallo
que parece todo menos un gallo. No necesito decirles, damas y caballeros, que
éste no es un calendario común. En él se representan los tiempos y cronologías
de Cervantes,
de modo que un viernes 28 de julio de 1595 puede perfectamente y en menos de
dos meses convertirse en un 8 de octubre de 1617, después del cual tendría
lugar un 22 de agosto de un año incierto, un noviembre densamente veraniego y
un improbable diciembre en mitad de julio. Añado aquí que ofrecemos una
recompensa a quien, con ayuda de este calendario, pueda decirnos si Cervantes
murió efectivamente el mismo día que Shakespeare, si don Quijote murió en
diciembre de 1616 o en julio de 1605, o en todas las anteriores. También
ofrecemos una copia del rosario de Montesinos a quien pueda explicarnos cómo
habrían hecho los impresores de la España filipina para imprimir, divulgar,
piratear y vender hasta obra de 15 000 ejemplares de la primera parte del Quijote
en los escasos cuarenta días que median entre la segunda y tercera salidas del
ingenioso hidalgo.
Pero, claro,
nada nos interesa más que los niños, sus niños, esos locos bajitos son y han
sido siempre la crema, nata y espuma de nuestra empresa. ¿Quién de ustedes no atesora
el recuerdo de aquel caballito de madera que, con sólo girarle una clavija, nos
lleva al cielo con las siete cabras y nos permitía vencer sin más al encantador
Malambruno? Para ellos, para nuestros párvulos y párvulas, hemos elaborado nuestro
catálogo en proporciones nunca antes vistas. Sobre todo, hemos ampliado nuestra
línea de muñecas y muñecos de acción. A nuestro clásico caballerito de la
Triste Figura añadimos ahora un Quijote verde globalifóbico, que
canta el «Sueño Imposible» cuando le aprietan el estómago, que en vez de rodela
porta un cartel con una empresa muy al vivo que defiende el derecho a la vida
de las cucarachas australianas, y cuenta asimismo con un pasamontañas que le da
un sospechoso parecido con el Delegado Zero, ay, ese quijotesco y moderno
defensor de los menesterosos, enmendador de entuertos y reparador de viudas. La
versatilidad innata de la figura quijotesca nos permite también presentarles un
quijote liberal, cruzado contra moros, moriscos, turcos y cualquiera que ose amenazar
el sueño del libre mercado y la democracia fundamentalistas del duque George
Bush y la Conduquezza Rice. Este muñeco proporciona además la hora en Nueva
York y los tipos de cambio del día con sólo girarle el morrión o la celada,
respectivamente. No faltará a estos quijotes la compañía de un Sancho Panza de
goma maleable, que puede engordar o adelgazar a gusto del cliente según tenga
deseos de asemejarle a Alfredo Landa, Óscar Pulido, Orson Welles u Obélix.
Para las niñas
contamos con una docena de muñecas Barbie, casi idénticas, con mínimas variantes
de color de pelo, que representan a Lela Soraya, Dorotea, Marcela, Lucinda,
doña Clara. Mención aparte merece nuestra curiosa muñeca Dulcinea del Toboso,
que tiene el aspecto de una fea y bigotuda labradora, incluido el aliento a
ajos, pero que puede convertirse en Cenicienta siempre y cuando se someta al
robusto muñeco de Sancho Panza a mamonas, pellizcos, azotes, manteamientos y
toda suerte de humillaciones.
Naturalmente,
contamos también con un equipo de trucos y disfraces. Entre los primeros
tenemos la cabeza parlante de Antonio Moreno y el bastón de Basilio, cuyo uso
se aconseja sólo bajo la supervisión de los adultos. Entre los segundos, las barbas
de la Dueña Dolorida, la nariz de Tomé Cecial, la cola de buey de la señora de
Juan Haldudo, caperuzas enanas y una bacía que se convierte en yelmo con sólo
decir las palabras mágicas. Un Exin West con piezas suficientes para convertir
una venta en castillo y a la inversa. Cortesía de la casa es un pepsilindro
rebosante del bálsamo de Fierabrás sin cafeína ni colesterol, certificado por
las grandes farmacéuticas y probado hasta la saciedad en remotas poblaciones africanas.
Para nuestros
socios de Club Premier hemos organizado una subasta con inapreciables objetos de
colección, tales como la osamenta de Rocinante, el libro de cuentas de Cervantes,
una Biblia que parece libro de asentar la paja, el verde gabán de don Diego de
Miranda y un incunable escrito por su hijo. Pero lo más notables de este significativo
lote es sin duda la péñola del tal Miguel de Cervantes, tantas veces
descolgada y ultrajada, que servirá para hacer cosquillas a todos aquellos
lectores y cervantistas que de unos años acá se han olvidado de que fue para el
humor y no para el amor que nació don Quijote de Cervantes, para torturar
de risa a todos los argamasillescos triquitraques que con su exceso de solemnidad
han favorecido que los ingenuos, los sandios, los pelarruecas, los buscadores
de la consciencia tranquila y los señorones de la ética indolora escriban y
reescriban hasta el hartazgo a este mancillado caballero que, como el Shakespeare
de Borges,
llegará tal vez un día al cielo de la literatura y nadie sabrá reconocerle.
Ignacio Padilla, Cervantes &
Compañía
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