Esta
novela de la escritora inglesa Charlotte
Lennox remite al lector a la más famosa novela de Cervantes. La alusión en
femenino al hidalgo manchego a quien la lectura de las novelas de caballerías
hizo perder la razón predispone a buscar aventuras que se asemejen a las del
caballero de la triste figura.
Y desde luego
Arabella, la protagonista de esta historia, tiene mucho que ver con Don
Quijote, pues la inmoderada lectura de
los romances heroicos franceses hace que la razón de la joven se vea capturada por
las hazañas de príncipes y princesas, que ella espera hallar reflejadas en su
propia vida. Nos encontramos aquí con un personaje cuya visión del mundo no
encaja en la sociedad en que le ha tocado vivir. Este contraste, el mundo ideal
de la mente de la protagonista, derivado de la lectura de los libros, y el
mundo real, será el hilo conductor de la novela, en la cual se suceden aventuras,
más imaginarias que reales, que aportan el tono de humor a la obra.
Es ésta una sátira burlesca, pero la risa que provocan
las situaciones en las que se ve envuelta Arabella no es nunca una risa cruel
ni despiadada. Al contrario, a pesar de que parece que el objeto de la burla son los
romances que han obnubilado a la joven, ésta aparece siempre retratada bajo una
luz tan favorecedora, que resulta difícil tener una opinión negativa sobre
ella. En su lugar, la burla se dirige más bien a la sociedad contemporánea de
la escritora, que manifiesta la hipocresía, presunción y artificiosidad de un
mundo basado en las apariencias. Frente a esa visión, el mundo ideal en el que
vive Arabella, de valores eternos, como el amor y el honor, se nos presenta
como el único válido y admirable.
Precursora de
personajes románticos como Marianne, en Sentido y
Sensibilidad, de Jane Austen, nuestra protagonista
anhela un mundo en el que las pasiones y un código estricto de conducta, basado
en el respeto y la lealtad, sean los que gobiernen el mundo. En el siglo de la
razón, sin embargo, parece no haber espacio para las pasiones. En una época en
que prevalecían el decoro y la reverencia por las formas clásicas, esta novela
reivindica, a pesar de todo, las formas barrocas del romance y, no obstante la
aparente frivolidad del argumento, es una novela en la que se dirimen, entre
otras, las siguientes cuestiones trascendentales: ¿en qué consiste la razón?,
¿cuál es la relación entre literatura e historia?, ¿cuál aleja o acerca más a
la verdad?
Todas estas
preguntas surgen con la lectura de La Mujer Quijote, una obra que, a
pesar de alcanzar una gran popularidad en el siglo XVIII, donde confluyen dos
de los motivos literarios del siglo XVIII:
la tradición cervantina y los textos sobre los peligros que una
imaginación excesiva puede acarrear a las mujeres.
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