martes, 15 de abril de 2014

EL MENTIROSO

Ahí sigue, sonriendo junto al chófer. Diciéndome adiós con la mano la muy idiota, con ese extravagante sombrero lleno de plumas que estrena para la despedida, sin darse cuenta. Meses enteros lleva tragando mis mentiras: los negocios que supuestamente me reclaman en América, la necesidad de que me acompañe la institutriz de los niños para servirme de secretaria. Ni siquiera me ha preguntado por qué me llevo tres baúles con la mayor parte de mi guardarropa, incluso ha insistido en que no me deje los palos de golf. Pobre infeliz, no se ha enterado de nada. En cuanto reciba mi cable, se le abrirán los ojos. Ni un penique va a quedarle, ya he dado orden a Murray de que cancele mis cuentas en Londres el mismo día en que yo desembarque en Nueva York. Ahí sigue la muy boba, sin parar de sonreír con los labios pintados de rojo intenso, junto al chófer italiano que me hizo contratar cuando al pobre Jensen empezaron a fallarle los reflejos. ¿Por qué sonreirá el muy imbécil también? 

María Dueñas

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