Os dejo con la impresión de Mª Luz (S4B):
Ha sido una
excursión interesante.
Con respecto
al teatro, lo cierto es que me quedé con ganas de ver alguna obra enteras en
vez de solo una escena representativa de diferentes obras, no obstante supieron
transmitirnos la esencia y la evolución del teatro en el siglo XX perfectamente,
cómo ha ido rompiendo moldes y reflejando la realidad y los males de nuestra
sociedad. Algunos sketchs fueron geniales (Tres sombreros de copa), otros
dramáticos e intensos (¡Ay, Carmela!). Como
dirían Alberto Favero y Nacha Guevara, esa vieja y entrañable showman
argentina:
Un ritual que
repetimos
sin hacer ningún
reproche
en un mundo que
inventamos
cuando comienza la
noche.
Una sala que está a
oscuras,
un escenario desierto,
que habitarán mil
figuras,
que te harán soñar
despierto.
Y atrás, en los
camarines,
comienzan a cobrar
vida,
entre afeites y
carmines,
los héroes de la
partida,
que al espejo le
piden su opinión
hasta el momento de
alzarse el telón(...)
Un sol de cartón
pintado,
un estreno muy
ruidoso,
un aplauso
prolongado,
un letrero luminoso,
un tango de la
Merello,
un telón que es un
palacio,
un papel de caramelo,
la vida en muy poco
espacio,
esto es teatro.
También me
pareció fascinante poder ver la universidad y recorrer sus pasillos (por cierto, por si no lo sabías, ese señor
mayor que presentó la obra, ese abuelete, Alfonso, es un viejo profesor mío).
Luego a comer
en el centro de Madrid; bueno, comer todos, y de compras algunos. ¡Viva el
shoping! Y después, una vez que nos reunimos todos, Gran Vía abajo, deprisa, en
dirección al Prado.
El Museo del
Prado simplemente me encantó: fue una gozada poder disfrutar de todo aquel
arte; lo peor fue que estaba bastante cansada de todo el día y no lo disfruté
tanto como hubiera querido (a mí no me mires, que algunas pinturas os las
llegue a explicar dos o tres veces). Por si no lo sabías, también en su momento
el gaditano Rafael Albertí quedó impresionado
¡El Museo del Prado!
¡Dios mío! Yo tenía
pinares en los ojos y
alta mar todavía
con un dolor de
playas de amor en un costado,
cuando entré al cielo
abierto del Museo del Prado.
¡Oh asombro! ¡Quién
pensara que los viejos pintores
pintaron la Pintura
con tan claros colores;
que de la vida
hicieron una ventana abierta,
no una petrificada
naturaleza muerta,
y que Venus fue nácar
y jazmín trasparente,
no umbría, como yo
creyera ingenuamente!
Perdida de los pinos
y de la mar, mi mano
tropezaba los pinos y
la mar de Tiziano,
claridades corpóreas
jamás imaginadas,
por el pincel del
viento desnudas y pintadas.
¿Por qué a mi
adolescencia las antiguas figuras
le movieron el sueño
misteriosas y oscuras?
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