Acercándose viene un
tiempo de Dios, santo;
fuime para mi tierra
a descansar un cuanto,
de entonces a ocho
días era Cuaresma, tanto
que puso por él mundo
gran miedo y gran espanto.
Estando yo en la mesa
con don Jueves Lardero,
entregóme dos cartas
un rápido trotero;
diré lo que decían, mas
no lo haré ligero
pues las cartas,
leídas, devolví al mensajero.
De mí, Santa
Cuaresma, sierva del Criador
y por Dios enviada a
todo pecador,
a todos arciprestes y
curas sin amor
salud en Jesucristo,
hasta Pascua Mayor.
Sabed que me dijeron
que, hace cerca de un año,
se muestra don Carnal
muy sañudo y huraño,
devastando mis
tierras, haciendo muy gran daño,
vertiendo mucha
sangre; con disgusto me extraño.
Y por esta razón, en
virtud de obediencia,
os mando firmemente,
so pena de sentencia,
que por mí, por mi
Ayuno y por mi Penitencia,
vos le desafiéis con
mi carta de creencia.
Decidle sin rodeos
que de hoy en siete días,
la mi persona misma,
con las mis compañías,
iremos a luchar con
él y sus porfías;
temo no se detenga en
sus carnicerías.
Devolved al trotero
la carta ya leída;
que la muestre a la
gente, no la lleve escondida;
que no digan después
que no fue conocida.
Fechada en Castro
Urdiales y en Burgos recibida.
Juan Ruiz, Libro de Buen Amor
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