El
próximo 8 de febrero, si el tiempo y la autoridad no lo vuelven a impedir,
nuestros alumnos de 2º de Bachillerato acudirán al campus de Albacete de la
Universidad de Castilla-La Mancha para conocer las escuelas y facultades de la
institución académica y solventar dudas respecto a su acceso a los estudios
superiores.
Allí, primero,
recibirán en el Paraninfo del Vicerrectorado del Campus información sobre los
trámites de acceso a la universidad –preinscripción y matrícula-, la nueva
Prueba de Evaluación para el Acceso a la Universidad, oferta de títulos y otros
aspectos relacionados con la Universidad regional. Luego, tras el almuerzo, los
alumnos tendrán la oportunidad de conocer in situ distintas escuelas o
facultades, las bibliotecas o pabellones deportivos.
Aunque
les voy a acompañar a esta visita, a mí personalmente me gustaría verles en su
primer día clase en la universidad y saber lo que sienten; si sentirán lo mismo
que yo en esos tiempos ya lejanos (¡¡¡SOY MAYOR!!! ¡¡¡QUÉ SÍ, QUE SOY YA
MAYOR!!!) o lo mismo que Andrés Hurtado, ese personaje que contiene rasgos
autobiográficos de Pío Baroja:
Serían las diez de la mañana de un día de
octubre. En el patio de la Escuela de Arquitectura, grupos de estudiantes
esperaban a que se abriera la clase.
De la puerta de la calle de los Estudios que
daba a este patio, iban entrando muchachos jóvenes que, al encontrarse
reunidos, se saludaban, reían y hablaban.
Por una de estas anomalías clásicas de
España, aquellos estudiantes que esperaban en el patio de la Escuela de
Arquitectura no eran arquitectos del porvenir, sino futuros médicos y
farmacéuticos.
La clase de química general del año
preparatorio de medicina y farmacia se daba en esta época en una antigua
capilla del Instituto de San Isidro convertida en clase, y éste tenía su
entrada por la Escuela de Arquitectura.
La cantidad de estudiantes y la impaciencia
que demostraban por entrar en el aula se explicaba fácilmente por ser aquél
primer día de curso y del comienzo de la carrera.
Ese paso del bachillerato al estudio de
facultad siempre da al estudiante ciertas ilusiones, le hace creerse más
hombre, que su vida ha de cambiar.
Pío Baroja, El Árbol de la
Ciencia
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