Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con
el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de
caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal
punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de Don Quijote, que éste
se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por
falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho
Panza, no hicieron daño a nadie.
Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de
un cierto sentido de la responsabilidad, a Don Quijote en sus andanzas,
alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.
Frank Kafka
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