viernes, 16 de febrero de 2018

SE DESATA LA VIOLENCIA EN EL CENTRO


Por lo ocurrido ayer en Florida

Al ver entrar en el vestíbulo a tres chicos armados, lo único que piensa don Matías, el bedel, es que se trata de una broma, así que sale de su garita y se aproxima a ellos de muy mal humor.
—¿Se puede saber qué...?
No llega a completar la frase. Raúl le apunta con su fusil de asalto y aprieta el gatillo. Una ráfaga de balas impacta contra el cuerpo de don Matías, derribándole. Está muerto antes de alcanzar el suelo. Alguien grita.
La locura ha comenzado. Ya no hay marcha atrás.
Sin dedicarle un vistazo al cadáver del bedel, Raúl entra en la garita, abre un cajetín que está adosado a la pared y oprime un botón. Todas las puertas del centro se cierran instantáneamente. Ahora nadie puede entrar ni salir del Anna Frank.
Acto seguido, Raúl dispara contra el cajetín. Ni Jorge ni Guillermo se han dado cuenta, pero al inutilizar los mandos también ellos quedan encerrados. Raúl es consciente de ello, por supuesto; pero es que Raúl sabe que no saldrá vivo del colegio. Y no le importa lo más mínimo.
La puerta que da a Administración se abre y una secretaria, alarmada por el ruido, asoma la cabeza. Entonces, Jorge empieza a disparar, como un loco, lanzando improperios.
—¡Venid, desgraciados! ¡Os voy a matar a todos!
Jorge está fuera de control. Dispara contra todo, sin apuntar, agotando cargador tras cargador. A lo lejos se escuchan gritos. Las puertas de las aulas comienzan a abrirse. Raúl le grita que pare, que ahorre munición, pero Jorge no le escucha.
Raúl mira en derredor; ¿dónde está Guillermo? Ha desaparecido. Raúl le llama, pero nadie responde. Consulta su reloj: las nueve y veintitrés. Es tarde; tiene que seguir adelante, aunque sea solo.
Raúl abandona el vestíbulo y echa a andar hacia la escalera que conduce a la planta superior. Un profesor sale de un aula y se cruza en su camino.
—Oye tú, ¿qué está pa...?
 Raúl lo quita de en medio con una ráfaga de balas. La sangre del profesor le salpica el rostro, pero el joven no se da cuenta.

César Mallorquí, La Compañía de las Moscas

PREMIO CERVANTES CHICO 2015

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