Enviado por
Iván:
Esta novela reúne
de forma ejemplar los temas recurrentes de Jane Austen en la historia de las cinco
hijas de la señora Bennett, que no tiene otro objetivo en su vida que conseguir
una buena boda para todas ellas. Dos ricos jóvenes, el señor Bingley y el señor
Darcy, aparecen en su punto de mira e inmediatamente se ven señalados como
posibles presas. De hecho, la relación entre la hija mayor, Jane, y el señor
Bingley parece muy prometedora,
pero, por
influencia del arrogante señor Darcy,
se frustran todas las esperanzas. La intervención
de Elizabeth, la hija segunda, perspicaz, consciente de su valor, y algo
rebelde, determinará el rumbo de la novela.
En ella el
opresivo ambiente de la familia, la presión del matrimonio, la diferencia de
clases, el fantasma de la pobreza y la delicada sensibilidad de una heroína
decidida, pero no libre de errores de juicio y dudas de comportamiento, se
conjugan para crear una obra maestra leída a lo largo de más de dos siglos.
Jane
Austen introdujo cambios en el género de la novela que han llegado
hasta nuestros días, al dotar a sus personajes de una profundidad psicológica
desconocida hasta ese momento. Creó retratos de sus protagonistas, a menudo
irónicos, pero que resultan bastante reales, casi naturalistas. A pesar de los finales
felices, en los que los protagonistas consiguen sus anhelados deseos, en su
obra subyace una crítica a las costumbres y a la rigidez social de la época.
Elizabeth, la
hija segunda de los Bennet es inteligente, divertida e independiente, no
importándole quedarse soltera, pero se deja llevar por las primeras
apariencias. Su figura se aleja de los personajes femeninos que abundaban hasta
ese momento en la literatura de la época.
Fitzwilliam
Darcy es el rico y atractivo heredero de una gran fortuna. Arrogante, orgulloso,
tímido y honesto. Al igual que Elizabeth, aprenderá a no fiarse de las
apariencias, y, poco a poco, se alejará de las rígidas normas sociales para dar
rienda suelta a sus verdaderos sentimientos.
Jane Bennet es
el modelo perfecto de mujer: guapa, cariñosa, tiene vocación de esposa y madre.
Tiene todo lo que se necesita para conseguir un buen partido, excepto una
familia un tanto particular y una escasa dote.
Charles
Bingley es un joven influenciable, prefiere escuchar los consejos de su familia
y amigos, a seguir los dictados de su corazón.
George Wickham
se nos presenta como un hombre guapo y amable que atraerá a Elizabeth; pero, en
realidad, es un hombre deshonesto, aficionado al juego y derrochador que
intentó raptar a la hermana de Darcy para acceder a su dote, y que hará lo
propio con Lydia, la hermana menor de Elizabeth.
El orgullo y
el prejuicio son los dos temas básicos de la novela de Austen y se encuentran en
distinta medida en los protagonistas. La arrogancia, la vanidad, el exceso de
estimación de uno mismo caracteriza a Darcy, un hombre que mira a todo el mundo
por encima del hombro y solo considera acertadas sus ideas, gustos y
decisiones. A su vez, Elizabeth peca de prejuzgar a las personas, casi siempre
de forma desfavorable, aunque en el caso de Wickham creyó a pies juntillas su
historia, y se equivocó terriblemente.
Jane
Austen critica la forma en la que la posición social de la mujer y la
poca libertad que está puede tener. Las jóvenes solo pueden pensar en conseguir
el matrimonio más ventajoso posible, dentro de sus posibilidades (clase social,
dote…). Elizabeth se rebela contra esto, ella piensa por sí misma y no está
dispuesta a que nadie le diga cómo debe vivir su vida. Además, la autora
apuesta para que las mujeres sean educadas de forma similar a los hombres, ya
que tienen potencial para ello, a pesar de que la sociedad las relegue a
cultivar sus talentos (música, pintura, manualidades, danza…) para atraer un
marido. Las hermanas Bennet tuvieron una educación muy particular, bastante
alejada de las de sus amigas y vecinas. Su padre decidió no dejarlas al cuidado
de ninguna institutriz, sino encargarse él mismo de su formación. Poniendo a sus
disposición maestros y animándolas a leer.
Con su fina
ironía, y usando algunos componentes cómicos, asistimos a bailes, reuniones,
conversaciones tan superficiales y banales que
nos podemos hacer una idea de lo difícil que debía ser en la época establecer
una auténtica relación sentimental o, por lo menos, amistosa, con alguien. Y,
como no, la forma en la que se conciertan los matrimonios, la necesidad de
poseer una buena dote, la importancia del buen nombre familiar, etc. Por
supuesto, Austen destaca el hecho de que las hermanas Bennet no tengan
acceso a la propiedad de su padre solo por ser mujeres, algo que las llevaría a
la pobreza si no consiguen casarse.
Os dejamos con
una reseña de Javier Ruescas sobre el libro:
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