Como a un niño. Me tratan como se trata a un niño
que acaba de quedarse sin su juguete favorito. Así lo ven ellos, supongo. Un
capricho infantil, una tonteria de crío que se me pasará y se me olvidará, que se borrará para siempre de mi vida sin
dejar huella.
Qué poco entienden lo que es la escritura, la
pasión por crear mundos, por poblarlos de personajes que vibran y se emocionan,
como nosotros, para luego acompañarlos línea a línea a través de sus
conflictos, de sus aventuras.
¿Es que no hay nada en sus vidas parecido a eso?
¿No hay nada que les apasione, que les haga tan felices como para olvidarse de
sus ambiciones y sus egoísmos?
Son buenos chicos. Algunos son muy inteligentes, y
todos tienen talento. Pero la imaginación la tienen muerta. Si no, me entenderían.
Y sabrían por qué me siento como me siento
ANA ALONSO Y JAVIER PELEGRIN, ODIO EL ROSA (Historia de Dani)
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