El día de mi decimonoveno cumpleaños fue como cualquier otro.
Sabía, claro que lo sabía, que era un año mayor, pero me daba lo
mismo porque el balance de los trescientos sesenta y cinco días que tenía que
celebrar era exactamente igual a los trescientos sesenta y cinco días
correspondientes al año anterior. O sea, prescindible. A pesar de todo, intenté
buscar la parte positiva y llegué a la conclusión de que valía la pena cumplir
años porque, como mínimo, recibiría un regalo. Prescindí, sin embargo, de las velitas
que comportan nostalgia, recuerdos y el compromiso con uno mismo de ser feliz.
Una estupidez.No quise dar ninguna trascendencia especial a la
fecha porque mi vida no era para lanzar cohetes. Me refugié en la rutina
habitual de levantarme, hacer mis ejercicios de gimnasia, ducharme, desayunar,
estudiar, comer, mirar un rato la tele y esperar la visita sorpresa con una
sonrisa. No me fue difícil, me conformo con muy poco.
Una semana antes me había preguntado si tenía algún capricho,
algún deseo especial. Sé que estaba dispuesto a comprarme cualquier tontería,
un vestido, unos zapatos, un iPod. Pero yo no quería nada que se pudiera pagar
con dinero y le pedí que me llevase a la playa. Mi sueño era lanzarme al mar
desde una roca, zambullirme con los ojos bien abiertos, nadar crol hasta
quedarme sin aliento y yacer flotando sobre las crestas de espuma, mecida por
las olas. Quería sentirme ligera, escabullirme como un pez y perderme en el
horizonte hasta que mi cuerpo blanco fuera tan sólo un punto lejano que
salpicase la monotonía del azul.
Me dijo que a lo mejor algún día, y me regaló la novena temporada
de Friends.
Admito que me hizo ilusión.
Con estas palabras de Bárbara Molina, que lleva cuatro años
secuestrada, y todo el mundo la cree muerta, comienza el libro PALABRAS ENVENADAS de Maite
Carranza, y su arriesgada apuesta en una novela juvenil por la temática y la alternancia de voces narrativas.
La novela se centra esencialmente en las difíciles relaciones
familiares entre una joven adolescente y sus padres porque, en principio,
parece que no respetan el estilo de vida que a ella le gustaría vivir.
Paralelamente se tratan también los lazos de amistad que se establecen entre la
protagonista y su compañera de juegos de la infancia. Estos temas esconden el
asunto de fondo de la novela: los abusos sexuales a menores en el entorno
familiar y escolar.
La alternancia de protagonismo que se plantea con cada capítulo
hace que se vayan alternando diferentes voces narrativas. La obra está narrada
en 3ª persona para todos los personajes, excepto para la protagonista, para la
que se reserva la 1ª persona, quizá para señalar de forma más tajante que solo
habla consigo misma porque no puede mantener contacto con nadie. No obstante,
suelen aparecer los pensamientos de los personajes, en 1ª persona, intercalados
en monólogo interior. También contribuye al juego de perspectivas el hecho de
que un mismo acontecimiento es narrado según la visión de diferentes
personajes.
Premio Edebé de Literatura Juvenil (2010)
Premio Nacional de Literatura Juvenil 2011
Premio Cervantes Chico 2014
Premio Edebé de Literatura Juvenil (2010)
Premio Nacional de Literatura Juvenil 2011
Premio Cervantes Chico 2014
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