jueves, 28 de agosto de 2014

NO SOY UNA CHICA COMÚN

NO soy una chica común. De eso no albergo ninguna duda.

Creo que ya lo intuía cuando era pequeña y ahora, a mis diecisiete años, lo sé con certeza.

Puede que todo se deba a mi pasión por la literatura. Sumergirme en las páginas de un buen libro me ha parecido lo más apasionante del mundo. Quizás por esa razón mi personalidad se halla tras un sutil velo de introversión, un pequeño antifaz que esconde lo que realmente pienso o siento ante los demás porque estoy convencida de que es mejor así. La experiencia me ha enseñado que abrir tu corazón confiadamente a la gente puede traer malas consecuencias.

Solía encerrarme en mi habitación para disfrutar con la lectura. Allí me sentía tranquila y despreocupada; era mi... ¿cómo decirlo? Refugio. Con todos mis queridos libros rodeándome, aquel lugar era un paraíso en el que me aislaba de la vorágine del mundo exterior.

Decir que vivía la literatura era afirmarlo literalmente. Me bastaba con leer un par de capítulos para sentirme parte de la historia y entrar en un mundo completamente nuevo.

Fantasía, misterio, romance, épocas pasadas, mundos futuros... cada estilo me resultaba fascinante, aunque yo nunca me había atrevido a crear mi propio universo literario. Posiblemente no me sintiera preparada para dar ese paso, postergando esa decisión de ponerme ante la hoja en blanco para más adelante.

Antes tenía un diario, así que puede que estuviera escribiendo la novela de mi vida, pero pronto abandoné la idea de anotar sobre mí misma puesto que, en realidad, no había mucho que contar.

¿Tan aburrida era mi existencia? Yo no lo creía así, pero aquel diario se convirtió en poco tiempo en las reseñas de los libros que había leído, sin incluir tan siquiera un pequeño apunte de lo que me había ocurrido durante el día. Al principio, me gustó la idea, pero poco a poco fui perdiendo interés: era imposible plasmar en papel la sensación que me producía finalizar un relato, abandonar a unos personajes con los que había vivido tantas experiencias... Las hojas de mi diario me parecían casi inadecuadas para ese cometido.

¿Cuántas noches había pasado en vela leyendo? Ni siquiera lo recordaba, perdí la cuenta hace años. Podría decirse que yo me sentía un personaje más y que, junto a los protagonistas, vivía toda clase de aventuras y rocambolescas situaciones. Por aquel entonces, pensaba que ninguna de aquellas historias tan emocionantes podría pasarme a mí y que únicamente con su lectura llegaría a sentirme satisfecha.

Sara Andrés Belenguer, Ex Libris



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