martes, 13 de junio de 2017

SHAKESPEARE Y LA BALLENA BLANCA


La reina Isabel de Inglaterra en 1601 envía una misión naval a Dinamarca para rendir honores al rey Federico II. Entre la tripulación viaja una compañía de teatro, la de William Shakespeare, embarcada para representar Romeo y Julieta y Sueño de una noche de verano ante la corte danesa.

Durante la travesía, en un momento que el mar está en calma total y no pueden avanzar, avistan una inmensa ballena blanca arponeada, que arrastra varios cadáveres y va a acosar al barco.

Shakespeare queda tan impresionado que no dejará de pensar cómo incluir ese episodio en una obra de teatro. Pero quizá el género teatral no pueda dar cabida a todo lo que Shakespeare imagina: combates marítimos, naufragios, monstruos marinos… ¿Imaginó Shakespeare Moby Dick doscientos cincuenta años antes que Melville?

                Jon Bilbao con esta novela rinde homenaje tanto a al dramaturgo ingles William Shakespeare como al novelista estadounidense Herman Melville. Con el primero aborda la relación con su protector, y supuesto amante, Henry Wriothesley, conde de Southampton, y todas sus reflexiones sobre el teatro isabelino, sobre las limitaciones que padece, cómo crea sus obras, de dónde las saca, por qué prefiere el teatro a otros géneros literarios… Al segundo llegamos, conforme el dramaturgo va confeccionando en su cabeza esa nueva obra, que es la parte que más me ha atraído del libro, donde el escenario del Globe será el barco, qué problemas técnicos deberá solventar, cómo para crear a su protagonista se basa en la figura del conde por su carácter ególatra, pero avejentándolo (creación que poco a poco nos lleva al capitán Achab de Melville).

                Esta novela corta que juega con la historia, la ficción y la literatura atrae desde el primer momento. Las digresiones de Shakespeare que nos apartan de la trama principal (la ballena y lo que va a ocurrir con ella) nos acercan al mundo isabelino, a la vida del dramaturgo y a conocer el teatro de esta época y sus limitaciones.

                Los personajes están muy bien trazados: Shakespeare, que es la figura central, pero brillantemente arropado por el joven conde Henry Wriothesley, (que nos recuerda al Patroclo de la Iliada de Homero, con todo lo que eso implica); el conde de Derby, jefe de la expedición, que esconde sus miedos tras su arrogancia; el capitán del Nimrod, que espera retirarse pronto a la vida civil y lo que está ocurriendo le pilla ya viejo; el marinero Calhoun, que se convertirá en la última esperanza mediante su fuerza y fanfarronería; y entre todo ellos, la ballena, esa ballena blanca, que espera paciente al lado del barco en la inmensidad del mar.  

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