martes, 4 de septiembre de 2018

EL GUARDIÁN DE LOS OBJETOS PERDIDOS



Tenía ya la historia ideal y nadie podía decir que el argumento estuviera demasiado «trillado». Era una historia arrolladora de amor y pérdida, de vida y muerte, y por encima de todo, de redención. Era la historia de una pasión grandiosa que se prolongaba durante más de cuarenta años…

Ruth Hogan nos trae una bella historia sobre objetos perdidos y segundas oportunidades a partir de dos tramas distintas:

La primera, la historia de Laura, que trabaja como asistente personal de Anthony Peardew, célebre autor de relatos que se acerca al final de sus días, quien ha pasado la mitad de su vida coleccionando objetos extraviados, tratando de expiar una promesa rota años atrás. Tras la muerte del  escritor, Laura heredará su casa y todos los tesoros perdidos (los cuales han inspirado muchos de sus cuentos que podremos leer; al principio con finales felices, luego no), para que cumpla su promesa y reúna los objetos perdidos con sus legítimos dueños. Con la casa, en el mismo paquete, vienen Freddy, un atractivo jardinero, que le hará romper su soledad como divorciada, Sunshine, la joven vecina con síndrome de Down e ideas muy curiosas, y las maledicencias de las vecinas del pueblo.

La segunda es la historia de Eunice, la ayudante de Bomber, un editor londinense, que se convertirá en el amor de su vida, un amor inalcanzable. Junto a ellos, los perros de este y su hermana Portia, personaje que se nos hace odioso por la forma en que trata a los demás y por sus ínfulas en querer ser un gran novelista cuando, más que homenajear, plagia a los grandes de la literatura inglesa (Orgullo y Perjuicio de Jane Austen, Jane Eyre de Charlotte Bronte, entre otros; curiosamente alcanza el éxito, gracias a un editor rival de Bomber, con su obra Harriet Hotter y el teléfono de las peladillas, que sería una parodia de nuestro mago preferido).

Con estas dos tramas, Ruth Hogan escribe una historia arrolladora de amor y pérdida, de vida y muerte y, sobre todo, de redención. Es una historia intrascendente, que nos atrapa enseguida con pequeños detalles que la autora va dejando caer a lo largo del libro; sería una historia tipo feelgood, tal y como lo define Mónica Gutiérrez en su novela La Librería del Señor Livingstone. El libro está lleno de humor, y de referencias literarias (esos plagios de Portia, ¡son divinos) y cinematográficos (por ejemplo, Cuatro Bodas y un Funeral presente en el entierro-boda de Anthony y Therese, con el inolvidable poema de W. H.Auden en labios de Sunshine, o en el funeral de Bomber).

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