domingo, 29 de julio de 2018

EL GORRIÓN DE LESBIA



Gorrión, delicias de mi amada,
con quien ella suele jugar
y a quien acostumbra tener en el seno
y darle, cuando se lo pide, la punta del dedo,
provocando sus agudos mordiscos,
cuando place a mi radiante amor
entregarse a no sé qué agradable distracción
para buscar algún alivio a sus ansias,
sin duda para calmar su ánimo ardiente:
 ¡ojalá pudiera como ella jugar contigo
y disipar mis tristes pesares!


Llorad, Venus y Cupidos,
y cuantos hombres sensibles hay:
ha muerto el pajarillo de mi amada,
el pajarillo, cosita de mi amada,
a quien ella quería más que a sus ojos;
era dulce como la miel y la conocía
tan bien como una niña a su propia madre.
No se movía de su regazo,
pero saltando a su alrededor, aquí y allá,
a su dueña continuamente piaba.
Este, ahora, va, por un camino tenebroso,
a ese lugar de donde dicen que nadie ha vuelto.
¡Mal rayo os parta, funestas
tinieblas del Orco, que devoráis todo lo bello!:
me habéis quitado tan bello pajarillo.
¡Oh mala ventura! Pues, ahora, por tu culpa,
desdichado pajarillo, hinchados por el llanto,
enrojecen los ojillos de mi amada.

Catulo

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