miércoles, 15 de junio de 2016

EL PAPEL RESISTE AL LIBRO ELECTRÓNICO


                Ya ha terminado la PAEG, ya tenéis vuestros resultados. Enhorabuena a los aprobados, muchos de vosotros me habéis sorprendido con vuestras notazas, y suerte con lo queréis estudiar. El texto siguiente es la versión completa de uno de los que tuvisteis que trabajar en las pruebas:

La irrupción abrupta de los nuevos dispositivos electrónicos en la industria del libro hizo presagiar hace alrededor de seis años la desaparición del papel en un plazo relativamente corto. Los datos de consumo, sin embargo, indican que la fortaleza del soporte tradicional continúa infranqueable. Según el estudio anual sobre la lectura digital que elabora la distribuidora Libranda, el libro electrónico representa sólo el 3% de la cuota de mercado, si bien el porcentaje puede considerarse distorsionado por el efecto devastador que en este sector produce la piratería. En todo caso, esta circunstancia no puede servir de subterfugio para constatar el fracaso de quienes vaticinaron el derrumbe del papel en una actividad estratégica en la cultura de un país como es la editorial.

En 2015, la venta de textos para pantallas generó en España alrededor de 30 millones de euros. El negocio del papel, en cambio, se elevó a 900 millones de euros, y ello pese a que el precio medio del libro electrónico se ha reducido de los 9,6 euros en 2010 a los 6,2 euros del pasado año. Las grandes plataformas de venta digital, como Google o Amazon, concentran el 80% de las compras de libros por internet. Sin embargo, a pesar de su empuje, el consumidor no parece entusiasmado con los e-books. Ciertamente, y siempre según el informe de Libranda, el porcentaje es similar al de Francia e Italia. Pero mucho más bajo que el registrado en Reino Unido (18%) y EEUU (30%). En nuestro país, la facturación digital ha vuelto a crecer después del parón de dos años, aunque es un incremento tímido para modificar la estructura del sector. Parte de la industria editorial lo achaca al consumo ilegal de literatura en internet. Según el análisis de los hábitos culturales del Gobierno, alrededor del 19% de los españoles leen en pantalla -preferentemente o en exclusiva- o bien saltan del papel a la pantalla sin reparos. La diferencia entre este porcentaje y el 3% de cuota de mercado explicaría por qué el libro electrónico no despega en España. Y, más allá del lucro cesante que generan las descargas ilegales, lo cierto es que éstas han supuesto hasta ahora una barrera inexpugnable para que la industria editorial pueda consolidar su negocio en la Red. Este hecho ha provocado que el 27,5 % de las editoriales españolas haya optado por no situar su catálogo en internet. En realidad, esta reacción empresarial suscita el efecto contrario al buscado. Negarse a facilitar una oferta legal en el mercado no ayuda precisamente a combatir la piratería.

El e-book ha transformado la lectura, pero su aparición en el mercado generó unas expectativas que no se han visto satisfechas, lo que evidencia la resistencia del papel. Constituye un error, por tanto, plantear la consolidación de la lectura en dispositivos móviles como la antesala de la extinción de libros en formato papel. Es más, el comportamiento de los usuarios acredita que la gran mayoría de éstos continúa prefiriendo la experiencia de comprar y tocar un volumen impreso. Que la gente lea en papel o en pantalla es indiferente en términos culturales, pero sí es relevante para que las editoriales puedan adelantarse a la demanda del mercado. De ahí que algunos de los principales desafíos del sector para el futuro, que inevitablemente irá ligado al uso del soporte electrónico, radiquen no sólo en la digitalización de sus catálogos, sino en diseñar una oferta atractiva que consolide el modelo de negocio en la Red.

El Mundo, 08/05/2016

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