jueves, 18 de enero de 2018

ORIGAMI


Uno de mis recuerdos más tempranos arranca conmigo sollozando, negándome a tranquilizarme hicieran lo que hicieran mis padres.
Mi padre se dio por vencido y abandonó la habitación, pero mi madre me llevó a la cocina y me sentó a la mesa del desayuno.
«Kan, kan», dijo, mientras cogía un trozo de papel de envolver de encima de la nevera. Mi madre llevaba años abriendo con todo cuidado los envoltorios de los regalos navideños y guardándolos encima del frigorífico, en una alta pila.
Colocó el papel sobre la mesa, con la cara en blanco hacia arriba, y empezó a plegarlo. Yo dejé de llorar y la observé con curiosidad.
Ella giró el papel y lo volvió a doblar. Plisó, presionó, metió esquinas en dobleces, enrolló y retorció hasta que el papel desapareció en el hueco formado por sus manos. Entonces se llevó a la boca el paquete de papel plegado y sopló en su interior, como en un globo.
«Kan, dijo, laohu». Apoyó las manos sobre la mesa y lo soltó.
De pie sobre la mesa había un pequeño tigre de papel, del tamaño de dos puños uno junto a otro. La piel del tigre era el dibujo del papel de envolver: fondo blanco con bastones de caramelo rojos y árboles de Navidad verdes.
Alargué la mano hacia la creación de mi madre. El animal meneó la cola y saltó juguetón hacia mi dedo. «¡Grrr-frufrú!», gruñó, con un sonido a medio camino entre el de un gato y el del roce de las hojas de un periódico.
Me eché a reír, sorprendido, y le acaricié el lomo con el índice. El tigre de papel tembló bajo mi dedo, ronroneando.
«Zhe jiao zhezhi», dijo mi madre. Esto se llama origami.
Aunque yo todavía no lo sabía por aquel entonces, el origami de mi madre era un tanto especial. Ella insuflaba su aliento en las figuras para así compartirlo con ellas y animarlas con su propia vida. Esta era su magia.
Ken Liu, El Zoo de Papel

PREMIOS NEBULA, HUGO Y WORLD FANTASY AL MEJOR RELATO CORTO 2012

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