lunes, 29 de enero de 2018

CAMINAR EL TIEMPO, DE PILAR FERRER NAVARRO


                Este viernes, 2 de febrero, una compañera desde hace muchos años, Pilar, presenta aquí, en el pueblo, en la Biblioteca de Villarrobledo, su segundo libro de poemas, Caminar el Tiempo.

Me cuentan historias
de penas ancianas
y furores blancos;
de noches pausadas
y temores épicos;
del mundo que dejé atrás
y el porvenir que no ansío.
               
Y sus versos nos traen historias, vivencias, que nos hacen reflexionar sobre lo que hemos sido o lo que hemos querido ser, sobre nuestros sueños e ilusiones, sobre nuestras raíces (ahí tenemos ese hermoso poema en valenciano, por ejemplo, entre otros motivos), nuestro hogar, sobre ese amor…

Tal vez el tiempo no se ensañe
con este pobre silencio manso.
Tal vez el tiempo no traspase
el papel manchado de la ira.
Tal vez si suena de nuevo
el telar de la locura
la amargura se estrelle en mi cordura.

No creo en tiempos circulares,
ni añoro falsas aletheias...
pero nadie nos explicó nunca
que el dolor llega y se queda,
que jamás la juventud vence,
que el cansancio azul acecha.
               
Un amor que nos trae la pasión, el deseo por el otro, unas caricias, que, a la vez, nos proporcionan placer y dolor. Y junto a él un sutil erotismo que impregna muchas de las páginas de su libro sugiriendo, insinuando:

A veces me sumerjo
en té de canela
para evocar tu piel especiada
mientras quebranto,
con la calma negra del rechazo,
las leyes básicas del olvido
y me consuelan
las Cantigas de Sevilla
y las trompetas
de la Guardia Negra del Sultán.
               
Sus ideas, sus pensamientos, sus sentimientos, fluyen libremente en estos versos cortos, musicales, en pequeñas estrofas, que nos llaman desde el interior de nuestro ser, haciéndonos asentir a lo que se nos transmite, lo que se nos sugiere.

Me obsesiona la belleza:
una manera más de enfrentarme
a tu sentido práctico.

Me obsesiona la belleza:
una manera más de esconderme
de esta subsistencia vacua.

Me obsesiona la belleza:
una manera más de obligarme
a cuestionar la vida.

Me obsesiona la belleza:
categoría estética
o búsqueda del sentido.

Pequeños hechos cotidianos que nos evocan el simbolismo de una mitología, para muchos ya olvidada y para otros desconocida, la egipcia Isis, la diosa madre, o el cuervo y el ciervo, la memoria y la vida. La memoria de lo que hemos sido, de lo que hemos hecho. La vida, pero una vida plena, que hay que vivirla, apurarla hasta las heces, como el buen vino o el buen whisky, que Pilar en más de un verso nos invita a degustar.

Yo soy Isis:
la sacerdotisa y la sangre.
La protectora.
La vengadora.

Yo soy Isís:
la madre y el fuego.
La que despliega sus alas
y te acogen.

Yo soy Isis:
la cosecha y la marea.
La Sophia.

                Y en estos versos se entremezclan, mil y una veces, música y literatura mostrando unas señas de identidad muy propias. La música no sólo está presente en el ritmo que nos arrastra a seguir el flujo  de sus pensamientos, de sus sentimientos, o las referencias a grupos de metal, o las óperas de Puccini, sino que nos presenta a su fiel amiga, a su escudera:

Y aprendí a mecerme
en las hojas del tiempo
y bebí incansable
la sabiduría de los malditos.
Y, ahora,
recopilo sonidos de viento,
me reencuentro con mi flauta y sus aristas,
revivo de nuevo la eternidad en una hora.
Huir sigue sin ser una opción.

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