domingo, 23 de noviembre de 2014

EL CLUB DE HOLMES

Hace un año la casualidad me llevó a encontrar en Internet un blog llamado “El Club de Holmes”, que firmaba un tal James Moriarty. Aquello llamó poderosamente mi atención, porque, como bien sabrá todo aquel que haya leído las aventuras del genial Sherlock Holmes, el profesor Moriarty era su más acérrimo enemigo. Movido por la curiosidad entré en el blog, y cuando para poder acceder tuve que identificarme, se me ocurrió hacerlo con el nombre del doctor John H. Watson. ¿Por qué no usar ese nombre si después de todo el creador del blog firmaba como Moriarty?

En principio pensé que se trataba de una de esas miles de páginas web, hechas por admiradores de Holmes, que solo pretende glosar la figura del investigador, pero pronto me percaté de que allí había algo más que los comentarios de un admirador.

En el blog se hacía un panegírico de la figura de Holmes y, sobre todo, de su método deductivo para solucionar los distintos casos en los que se veía envuelto. Una de las frases, con la que estaba completamente de acuerdo, decía: “Si la persecución del crimen fuera un arte, que lo es, Sherlock Holmes sería uno de los más grandes artistas de la historia”.

Al final del texto, la siguiente frase: “Si tu opinión coincide con estas líneas, y estás dispuesto a mantener viva la filosofía de Sherlock Holmes, pincha aquí”, y señalaba a una flecha que apuntaba a la esquina inferior derecha, donde había un icono que invitaba a traspasar una puerta. Dentro me esperaba un pequeño misterio, y la propuesta de resolverlo.

La historia era la siguiente: “En el domicilio de un rIco anticuario se ha cometido un robo. Durante la noche ha desaparecido una valiosa tabla medieval que colgaba de una de las paredes del salón. La pintura es una representación de la Virgen con el Niño en un hermoso paisaje de la Toscana, y sus medidas son 127x143 cm. Esa noche libraba el servicio, por lo que los únicos en la casa eran el anticuario y su esposa, que dormían tranquilamente en su dormitorio. La alarma no sonó y la puerta no mostraba signos de haber sido forzada desde el exterior.

Además de la pareja, sólo el mayordomo tiene llave de la casa, pero queda libre de sospechas porque, en el momento de cometerse el robo, estaba en otra ciudad, donde apareció asesinado al día siguiente.

Al realizar la primera inspección de la vivienda la policía halló, escondidos tras un viejo arcón Luis XVI, los siguientes objetos: un destornillador —la tabla estaba atornillada por la parte posterior a un soporte—, unas tenazas, un bote vacío de disolvente y restos de cinta de embalar. ¿A quién interrogaría, y qué preguntas le haría?”. Concluía la proposición.

Desde que en la adolescencia leí la primera, siempre me han gustado las novelas de Sir Arthur Conan Doyle. He leído todas las novelas y relatos incansablemente, una y otra vez. Siempre encuentro aspectos nuevos, destellos de la inteligencia de Holmes, que no había sabido apreciar en mis anteriores lecturas. Por esa razón no pude evitar sentirme émulo de Holmes y lanzarme a resolver el enigma del robo en la casa del anticuario.

Sentí un hormigueo de excitación en el estómago cuando hice un croquis de la casa y traté de imaginar cuándo y cómo había salido la tabla de la vivienda del anticuario sin que nadie se percatara de ello. Meterse en la piel de Holmes durante unas horas era un ejercicio difícil y apasionante, pues exigía un grado de concentración que revitalizaba mi espíritu pero, al mismo tiempo, me dejaba extenuado.

No me llevó mucho dar con el responsable del robo y asesinato, o eso creo, y para ello solo tuve que hacer un par de preguntas a la esposa del anticuario. Me sabía un mero aficionado, pero no sé por qué, en aquella ocasión, quería estar a la altura del personaje, por lo que durante más de veinticuatro horas medité la resolución hallada para el caso hasta que me decidí a dejarla por escrito en el blog.

Una semana después recibí un correo electrónico del tal Moriarty, que decía: “Estimado Dr. Watson, sin duda le sorprenderá esta misiva, pero he de decirle que, aunque no acertó plenamente en la resolución del caso del anticuario, demostró en la solución propuesta cierta dosis de imaginación que considero absolutamente imprescindible para enfrentarse a una mente criminal. Por este motivo, le invito a integrarse en “El Club de Holmes”. Los invitados, además de usted, han sido Irene Adler y Mycroft Holmes, que también han demostrado su perspicacia al resolver el caso que les propuse.

El objeto del Club no es otro que rendir tributo a nuestro admirado Sherlock Holmes, intentando resolver, siguiendo el método de nuestro detective, el caso que proponga uno de nosotros. El siguiente caso sería planteado por quien primero haya sabido resolver el anterior y así sucesivamente. Naturalmente, habría un tiempo máximo para ello, por ejemplo un mes, si a ustedes les parece bien.

Si accede a ingresar en el Club, cosa que deseo fervientemente, le ruego me lo comunique por esta misma vía y, a vuelta de correo, le facilitaré la clave de acceso al blog, que lógicamente ya no es de libre acceso. Suyo atentísimo, James Moriarty”.

No sé por qué, pero no pude evitar sentir cierta dosis de orgullo por haber sido invitado a pertenecer al Club junto con Irene Adler, la única y extraordinaria mujer por la que Holmes llegó a albergar sentimientos y una profunda admiración; y Mycroft Holmes, hermano mayor de Sherlock y, según sus propias palabras, mucho más inteligente que él mismo, así que, naturalmente, acepté la invitación en ese mismo instante.

Gabriel Martínez, El Juego de Sherlock Holmes

Un grupo de internautas, que no se conocen entre sí, se reúnen en un blog de Internet para formar "El Club de Holmes", Su objetivo es divertirse emulando al sagaz detective; para ello, cada uno expone un caso que deben resolver los demás. Pero de pronto, uno de ellos desaparece misteriosamente después de lanzar un mensaje de socorro a sus compañeros, que se ponen en marcha para ayudarle. Original planteamiento del autor. Trae la acción a la actualidad convirtiendo en protagonistas a un grupo de admiradores de Sherlock Holmes. Está muy bien escrita, la trama es interesante y actual, y se mantiene el interés durante toda la novela. 

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