viernes, 26 de febrero de 2021

REY BLANCO

ESPERO QUE NO TE HA YAS OLVIDADO DE MÍ. ¿JUGAMOS?

Cuando Antonia Scott recibe este mensaje, sabe muy bien quién se lo envía. También sabe que ese juego es casi imposible de ganar. Pero a Antonia no le gusta perder.

Después de todo este tiempo huyendo, la realidad ha acabado alcanzándola. Antonia es cinturón negro en mentirse a sí misma, pero ahora tiene claro que si pierde esta batalla, las habrá perdido todas.

                La acción comienza justo donde termina la anterior, Loba negra, con el secuestro del inspector Jon Gutiérrez. A partir de aquí, la acción transcurre rápidamente con un ritmo casi cinematográfico, toda la trama se desarrolla en cuarenta y ocho horas, con esos capítulos cortos a los que ya estamos acostumbrados y esos finales que nos deparan algo más en el siguiente. Es una carrera contrarreloj para evitar que estalle la bomba que a Jon le han implantado en la espalda y para capturar al misterioso señor White, el Moriarty de Antonia.

                En esa trama saldrán a la luz traiciones, las de ahora y las del pasado, que nos llevarán a esa situación límite final. Aparte los flashback, donde veremos cómo se creó el proyecto Reina Roja y cuáles son los rasgos que se buscaban en Antonia. Todos los flecos que quedaron abiertos en la primera novela de la serie, Reina roja, se cerrarán ahora. Por medio, esas referencias a la realidad que nos rodea, tanto sociales como políticas y económicas; una de las que más me han gustado es esa escala gradual de las mentiras de “cero a Presidente del Gobierno”. Los personajes principales, Antonia y Jon, siguen su línea coherente con las novelas anteriores; ella, inteligente, terca; el, realista, más humano. Y los secundarios, muchos de ellos, aún los conocidos, nos van a sorprender. Y los casos que tienen que resolver, que cada uno da paso a otro, como las muñecas rusas, hasta llegar al final esperado, el enfrentamiento entre Antonia y White, donde todo parece perdido.

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