viernes, 7 de julio de 2017

EL ARTE DE MATAR DRAGONES


           Es la primera entrega de una serie de novela negra protagonizada por Arturo Andrade, miembro del servicio de inteligencia del ejército español.

                Madrid 1939.

El joven teniente Arturo Andrade, perteneciente a la Sección de Información de Alto Estado Mayor franquista, recibe un encargo del Alto Estado Mayor: encontrar una obra de arte perteneciente al Museo del Prado que ha sido extraviada misteriosamente durante la República, cuando se trasladaron los fondos del museo para protegerlos de los bombardeos. Se trata de El arte de matar dragones, una enigmática tabla anónima del siglo XIV, que llama la atención por diversos motivos, cuya recuperación es exigida por el mismo Serrano Suñer.

¿Qué se esconde tras esta desaparición? Arturo no sabe que la búsqueda del cuadro lo llevará a destapar el tráfico de obras de arte y de armas durante los años más duros de la reciente historia de España, pero también, en el camino, a descubrirse a sí mismo.

Un pasado turbio y políticamente secreto hace de Andrade una presa fácil de las pasiones humanas y del amor irrefrenable hacia lo ideal. La obsesión por el cuadro crecerá en el teniente junto al dolor por la mujer amada y por el antiguo código de honor perdido, ambos sueños inalcanzables.

Arturo, que no está muy de acuerdo con el ideario de los vencedores (lo suyo ha sido cuestión de supervivencia, como podremos ver en la novela, hecho que tratará de ocultar en su subconsciente, pero que aflora en las pesadillas que le persiguen) tras contemplar una reproducción de la tabla se cree el último heredero de los caballeros andantes (¿os suena esta idea de algo?), y mediante este proceso intenta redimirse de su pasado.

Cual nuevo Quijote buscará un escudero, por lo que se fijará en Vicente, o Vladimiro (su verdadero nombre que ha de ocultar en esa España de posguerra), el limpiabotas lisiado; la joven alemana Anna será su dama, esa prostituta cuya virginidad van a subastar, y él quiere rescatar. Como enemigos tendremos al teniente Mario García, que trabajó como espía infiltrado en el bando republicano; o el marqués Publio Medina, cual Mefistófeles, nos incita con cualquier vicio, no importa lo depravado que sea; o al capitán falangista Román Duarte (acompañado por su esbirro el Gonococo), nuevo delegado de Orden Público en Madrid, que encarnará la figura del gigante, mejor dicho del dragón.

Otros personajes que vamos a encontrar a lo largo de la novela de Ignacio del Valle: Margot, la dueña de ese exclusivo burdel, que intenta proteger a Arturo de su inocencia y advertirle de lo que es la vida; Doña Rosa, la dueña de la pensión, que actúa como la figura materna; Greta, la actriz soñada y adorada por Vicente para escapar de esa realidad sórdida que nos rodea; Greta, la omnipresente y oculta espía en Cataluña, cuya presencia en la novela se oculta con cadáveres que jalonan la búsqueda de la tabla, primero, y de la verdad, después.

Una excelente novela negra, en los meses posteriores a la guerra, que nos trae una mísera y sórdida realidad.

 XXII PREMIO DE NOVELA FELIPE TRIGO

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