miércoles, 22 de abril de 2015

CÓMO CONDENSAR A LOS CLÁSICOS


Casi han acabado el trabajo de condensar a los clásicos. Se trata de un pequeño grupo de entusiastas condensadores, supuestamente subvencionados por Andrew Carnagie, que han trabajado durante los últimos cinco años para reducir la literatura mundial a bocados comestibles para consumición del agotado hombre de negocios.

Los Miserables ha sido reducido a diez páginas. Parece que Don Quijote ocupa una columna y media. Las obras teatrales de Shakespeare no pasan de ochocientas palabras cada una. La Iliada y La Odisea cabrán en el texto de un componedor y medio cada una.

Es algo magnífico poner a los clásicos al alcance del hombre de negocios cansado o retirado, aunque estigmatice el intento de colegios y universidades de poner al hombre de negocios al alcance de los clásicos. Pero aún hay un modo más rápido de presentar el asunto a quienes han de correr mientras leen: reducir toda la literatura a titulares de prensa, seguidos de una pequeña nota que resuma el argumento.

Por ejemplo, El Quijote:

CABALLERO DEMENTE EN UNA LUCHA ESPECTRAL

Madrid, España (Agencia de Noticias Clásicas) (Especial). Se atribuye a histerismo de guerra la extraña conducta de don Quijote, un caballero local que ayer por la mañana fue arrestado mientras «combatía» con un molino. Quijote no supo dar una explicación de sus actos. [...]

Ernest Hemingway

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